ENTRE EL TEMOR Y LA ESPERANZA

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Por Juan Carlos Hernández A.

En la vida ordinaria las personas encuentran dos variables que les hace pensar hay negación de dar u ofrecer ayuda para con sus semejantes, están entre el temor y la esperanza, estas dos premisas hacen que nos movamos para bien en busca de la solicita y efímera felicidad. Se nota que siempre es así. 

Triste realidad, pero hoy día en el mundo hay una indiferencia y hasta un maltrato hacia los demás sean a los animales y personas,  solo que encontramos fijaciones más dolidas por el maltrato animal que al humano, de ese nivel está el pensamiento con la consabida deshumanización, ahora resulta que importa más, no siempre y no en todos, la vida de un animal que la de una persona. Estamos al revés en la conceptualización que se tiene del Ser humano vs. Animal. La lógica nos dice que primero y siempre es el valor a la persona, el respeto y protección iniciando con prevenir que sea el prodigio del nacer.  

Ahora que hoy día hay pobreza material y también espiritual, y las dos afectan, pero no por igual, hemos conocido en la vida y a través de los años personas pobres, pero con alma y actitud sorprendentes, y por el contrario tratado con gente sin pobreza material pero ajeno, se hace sordo, hueco y ciego ante la necesidad de propios extraños, entonces tiene pobreza espiritual.

El temor nos lleva a estar vigilantes en el día a día, es no sabiendo en qué para el destino incierto y final nos preocupa tal y cual situación, pues la incertidumbre es la peor de las compañías para tenerla consigo el individuo, pero también se genera una manera de prevenir justo por no saber qué pasará. Mientras que, la esperanza nos fortalece, porque se cree, se piensa y se espera algo bueno, que con toda seguridad llegará tarde o temprano, se crea una ilusión a corto, mediano o largo plazo. 

Es así como pasa la vida con ambas premisas que hacen vivir y a veces sobrevivir, empero con entusiasmo y la mirada puesta en la ilusión de encontrar esa respuesta a lo que nos inquieta; vivimos atraídos también por un ideal, una filosofía y una forma de vida, lo mejor será que no finquemos falsas esperanzas en lo superfluo, lo artificial y lo vano ¿de qué se acordó? Si justo, usted ha pensado qué es lo que lo hace vivir hoy y aquí. Pregúntese pues en qué y en quién soporta sus temores y también esperanzas. La respuesta es suya, analice y haga un perfecto discernimiento entre lo bueno y lo malo, entre lo que le genera paz y lo que no.

Qué más podemos pedir que tener tranquilidad quizá la mínima, pero tenerla, cuántos años nos ocupamos de generar riquezas materiales y no espirituales, luego nos damos cuenta de que estamos vacíos por dentro, sin sosiego, ello es así pues la conciencia no nos deja nunca de recriminar lo malo que pudimos haber hecho. Por cierto, no somos de este mundo, somos viajeros, peregrinos en busca del fin último, de la felicidad duradera, absoluta y que nadie nos puede arrebatar. ¿Ya pensó en donde esta eso y con quien y cómo la puede lograr? Correcto: en Dios mismo. No busque más esperanza.

Hacer todo lo posible dentro de los deseable en bien del semejante seguro nos traerá mejor y mayor beneficio emocional, no pongamos el pie en el estribo equivocado de la indiferencia por el otro, de la envidia, y de tantos mas defectos, antes bien reflexionemos sin temor hasta aquí y obremos el bien, dicen, sin mirar a quien. ¡Hágale pues!

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