Por Horacio Corro Espinosa

La libertad para ejercer el oficio periodístico es cada vez peor que el día anterior. La mayoría de los periodistas no somos libres para utilizar una cámara, una grabadora, un papel o un lápiz. O muchas veces, nuestra presencia les molesta a muchos.

Oaxaca continúa siendo uno de los lugares más peligrosos del país para los periodistas y comunicadores. A pesar de eso, muchos periodistas de distintas partes del país, quisieran estar en este lugar porque quieren vivir parte de esas aventuras diarias. Una aventura pasajera, claro, porque después de unos cuantos días retornarían a sus tierras. 

Desgraciadamente, para el periodista oaxaqueño, no es un tour este trabajo. 

Una de las peores amenazas que vive el periodista oaxaqueño es la violencia criminal. Día a día, la ciudad de Oaxaca es testigo de ataques, y muchos de estos ataques vienen de funcionarios corruptos que abusan de su poder.

Lo frecuente aquí, son las agresiones en la cobertura de manifestaciones. Tanto reporteros como trabajadores de medios de comunicación han sido víctimas de ataques o detenciones temporales.

En fin, pues, que en Oaxaca se vive en continuo riesgo y terror, porque se vive una crisis en materia de derechos humanos. Y las instituciones de procuración y administración de justicia han sido incapaces de garantizar investigaciones científicas de los hechos que han afectado a muchos periodistas.

El jueves de la semana pasada, los compañeros reporteros José Luis Jerónimo, de Quadratín; Gisell Melchor, del portal Fortín diario de la cuenca, y Ernesto Rojas Ayuzo, del portal Informativo 570, fueron embestidos por los mismos delincuentes que destrozaron negocios muy importantes de la ciudad.

A Gisell Melchor, la obligaron a borrar los videos que había levantado ante los destrozos que hacían en la gasolinería Bautista. A Ernesto Rojas Ayuzo, uno de esos animales le tiró las cámaras frente a las exoficinas del IEEPO, y enseguida el reportero lo confrontó frente a toda la bola de agresivos y el cobarde atacante no quiso aventarse el tiro, es más, se escondió. Circula un video de ese hecho en las redes sociales, por si les interesa el tema.

Este tipo de desórdenes son cotidianos por parte de estos seudoestudiantes. Su actuar es porque son sabedores de que en esta entidad no hay ley, mucho menos para los periodistas.

A través de la intimidación buscan silenciar toda evidencia para que sus abusos no lleguen a la ciudadanía.

El oficio del reportero es informar, siempre informar, no importa que vivamos dentro de un territorio donde la seguridad es vulnerada una y otra vez  sin que haya justicia.

La agencia especializada en delitos cometidos contra la libertad de expresión, parece que es letra muerta o elefante blanco porque no ha dado resultados.

Constantemente los periodistas hemos sido atropellados, humillados y atentados, sin que exista aplicación de la ley.

Ojalá algún día llegue alguien y nos diga que para ejercer libremente nuestra labor, vamos a tener garantías. Si fuera así, ya no nos veremos obligados a buscar el apoyo de instancias fuera de nuestra entidad, o a veces, de nuestro país.

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