Por Horacio Corro Espinosa

Jorge Luis Borges decía que al placer de leer solamente lo superaba el placer de releer. En estos tiempos electorales releí el libro de Luis Spota: Palabras mayores. Este libro me parece un referente para ejemplificar los tiempos políticos actuales.

La obra de Spota, se caracteriza por ser sarcástica del acontecer social y político mexicano cuyas exageraciones hoy nos alcanzaron, o tal vez, nos rebasaron. 

Otra de las novelas de este mismo periodista y escritor, Casi el paraíso, nos  describe a la sociedad mexicana de los años 50’s. Allí pinta a los políticos caciquiles, a los nuevos ricos, a los esnobs, a los neouniversitarios, y a toda la sociedad aldeana, ingenua, cursi, acomplejada, presumida y ridícula. Allí están los mexicanos que empezaban a cambiar el ron por el whisky, las tortas por los sandwiches, la horchata por la cola, y las vacaciones en Ixtapan de la sal por Acapulco.

Si echamos una mirada a nuestro alrededor, encontraremos un montón de candidatos ganadores que viven al día, pero en unos cuantos meses, más bien, a partir de que tomen posesión en su nuevo cargo, veremos que ya cuentan con casa, rancho, automóviles y cuenta bancaria bien saneada, sin tocar, desde luego, a su mujer, más bien dicho, sin mencionar a su harén.

Todos sabemos que nuestro país es un cuerno de la abundancia inacabable. Centenas y centenas de nuevos ricos son electos por el pueblo cada tres años, y atrás de estos nuevos servidores, se encuentra otro grupo de gente que también se llevará parte de nuestros dineros.

¿Cómo le hacen? Es lo que todos nos preguntamos. ¿Trabajan mucho? ¿Se desvelan y por eso les cae el doble del dinero que a cualquier otra gente que está acostumbrada a dormir religiosamente sus ocho horas diarias? ¿Evitan las horas de comer para aprovecharlas en trabajar? ¿Tienen el don del convencimiento para que los ciudadanos acepten pagar nuevos impuestos? ¿Son tan guapos que nadie puede negarse a decirles que no?

De veras, todos queremos aprender, porque la verdad, llevamos toda la vida pensando cómo hacerle para tener, sólo por hoy, unos centavos más en la bolsa.

Échenle ojo a los nuevos ciudadanos electos, en unos cuantos días dejarán de vivir en casa modesta. Y no se hable de coches, de sirvientes, de vacaciones. En cambio, los pobres, se hacinan, se amontonan, en cuartos de tres por tres, pero para los ricos siempre hay soleaderos inmensos, playas extensas, campos infinitos.

No dudo que, de veras, muchos de los nuevos elegidos sean personas preocupadas por sus municipios o por sus distritos, pero la mayoría de ellos van a la pepena, en serio. Ojalá me equivoque.

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