El próximo cinco de junio más de 3 millones de oaxaqueños y oaxaqueñas, incluidos los residentes en el extranjeros elegirán la que consideren la mejor opción para gobernar Oaxaca.

Hablemos de Política

Por Diego Martínez Sánchez 

Lo que era un triunfo anunciado para el Candidato de la coalición Juntos Hacemos Historia al gobierno de Oaxaca, Salomón Jara Cruz, se ha convertido en un verdadero reto ante la permanente oposición interna y la creciente popularidad de su adversario más cercano, Alejandro Avilés Álvarez, quien pareciera ir tres pasos adelante tanto en la campaña como en las propuestas que ha presentado cada aspirante.

Es cierto, todos y todas proponen lo mismo, acabar con la pobreza, la marginación y el rezago de nuestras comunidades cubriendo esa “deuda histórica”. Desarrollo y crecimiento económico; seguridad, salud y “oportunidades” son los ejes rectores de cualquier campaña política. Sin embargo, en el caso de estos dos candidatos el orden de los factores sí pudiera afectar el resultado. 

Desde el inicio e incluso antes de la campaña, ambos contendientes han intentado posicionarse como los ganadores del próximo cinco de junio, aunque Jara Cruz comenzó su promoción desde hace años, por lo que el abanderado morenista arrancó con un amplio margen de ventaja en todas las encuestas con cerca del 60% de la preferencia electoral.

Mientras que el candidato común del PRI-PRD ocupaba un lejano segundo lugar con un 13% en promedio, seguido por Acción Nacional, Movimiento Ciudadano, Nueva Alianza y los candidatos independientes, aunque estos últimos no han sido incluidos en la mayoría de las encuestas que se han difundido en diversos medios de comunicación y redes sociales. 

Sin embargo, conforme avanzaron las primeras semanas y tras varios tropiezos en ambos equipos, el candidato tricolor comenzó a tomar un ritmo distinto, marcando una importante diferencia en el mensaje que transmitía a la ciudadanía. Con propuestas enfocadas a los sectores prioritarios y sobre todo, a quienes iba dirigido. La segmentación fue evidente. 

Por su parte, el representante del Movimiento de Regeneración Nacional mantiene su estrategia sustentada en la aprobación del Presidente López Obrador, la ampliación de los programas sociales de la federación e incluso su réplica a nivel local; la lucha contra los “traidores a la patria” y el discurso de confrontación que ha hecho tan popular al titular del Ejecutivo Federal. 

Y aunque cuenta con una gran red de profesionistas de la comunicación y estrategas en campañas políticas, cuyo trabajo se veía reflejado en la producción de sus promocionales, el Senador con licencia comenzó a decrecer en popularidad. El rechazo por parte de varias comunidades hacia sus acompañantes, los señalamientos por corrupción y sus relaciones con posibles criminales se han hecho más presentes que sus propuestas o visión para Oaxaca. Un estado cansado de saqueos y conflictos sociales. 

Ante este escenario, el abanderado tricolor creció exponencialmente superando incluso el 34% de la preferencia electoral, cifras que compartían alegremente los propios morenistas en una oleada de encuestas a favor de su candidato, pero que indirectamente documentaron el crecimiento de su oponente. 

Fue entonces cuando decidieron que la “estrategia” debía cambiar, y así lo hicieron. O al menos eso creyeron al comenzar a “imitar” los pasos del abanderado tricolor, desde visitar las mismas localidades dos o tres días después, hasta la presentación de sus propuestas y “planes de trabajo”. Incluso el escenario donde dan sus conferencias de prensa son similares. 

Versiones hay muchas, desde espionaje electoral, traiciones al interior del equipo de campaña y hasta incumplimiento laboral han sido algunas de las teorías que buscan explicar -en el imaginario social- por qué Salomón Jara copiaría una campaña del PRI. Sobre todo, teniendo de su lado la marca Morena, lo que le hubiera permitido ganar incluso sin caminar, pero quizás ese fue el error: subestimar a su oponente y al elector, confiando enteramente en el “voto ciego” a López Obrador, quien si bien se ha mantenido al margen de las campañas en el escenario público, ha permitido o al menos “ignorado”, la confrontación al interior de su partido en medio de la disputa por lo que él considera, su estado preferido. 

El próximo cinco de junio más de 3 millones de oaxaqueños y oaxaqueñas, incluidos los residentes en el extranjeros elegirán la que consideren la mejor opción para gobernar Oaxaca; por lo que seguramente las y los candidatos acelerarán el paso y “triplicarán” esfuerzos, unos para mantenerse en la preferencia electoral; otros por mera supervivencia fiscal, y al menos uno, seguirá avanzando para “derrotar” al hombre más popular del país, quien decidió caminar junto a uno de los dirigentes políticos con menor carisma social y más señalamientos que reconocimientos, lo que le ha permitido al menos por ahora, avanzar tres pasos adelante.

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