2 junio, 2023

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Avilés o Salomón, de los males el menor

Hablemos de Política, por Diego Martínez

Avilés o Salomón, de los males el menor

El próximo domingo cinco de junio, más de tres millones de oaxaqueñas y oaxaqueños podrán emitir su voto para decidir quién quieren que sea su gobernador o gobernadora por los próximos seis años, definiendo con ello, el futuro inmediato del estado y sus habitantes. 

Por primera vez en la historia, contienden dos mujeres a la gubernatura, Alejandra García Morlan por Movimiento Ciudadano y Natividad Díaz Jiménez con Acción Nacional; también participan dos candidatos bajo la figura independiente indígena, Mauricio Cruz Vargas y Jesús López Rodríguez. Sumándose Bersahín López bajo las siglas del partido magisterial, Nueva Alianza. 

Y aunque algunos ofrecen propuestas interesantes, la falta de experiencia y estructuras las y los dejó fuera de la contienda, por lo que el proceso se ha enfocado en dos contendientes, el Candidato del Partido Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática, Alejandro Avilés Álvarez, y el abanderado de Morena, Salomón Jara Cruz, quien debe arrastrar una alianza con el Partido del Trabajo, el Verde Ecologista y Unidad Popular. 

Antes de iniciar la contienda, la balanza se inclinaba sin mayor dificultad hacia el candidato de Morena, quien debió sortear varios obstáculos legales para validar su designación e incluso traicionar acuerdos previos con el Presidente Obrador para pactar nuevos con su dirigente partidista, Mario Delgado y su Coordinador en el Senado, Ricardo Monreal. 

No obstante, su nombramiento ocasionó una profunda fractura al interior del Movimiento de Regeneración Nacional y marcó un importante distanciamiento entre el aún Senador con licencia y el primer mandatario, quien permite que Jara Cruz avance en el proceso electoral siempre y cuando entienda que el verdadero poder recae en la figura presidencial. 

Muestra de ello es el declive de la campaña de Jara Cruz al grado de tener que acudir a personajes como la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum y el Secretario de Gobernación, Adan Augusto Hernández, para validar su posición dentro de la Cuarta Transformación. 

Porque todo parece indicar que los beneficios que ofrece la popularidad del presidente López Obrador, quien desde el primer día de su gobierno convirtió a Oaxaca en su bastión; ya no son suficientes para asegurar la elección. 

Y no es porque el presidente haya perdido su capacidad de influencia social, por el contrario, es precisamente el mensaje principal de su movimiento: “No robar, no mentir y no traicionar”, lo que parece estar deteniendo a esos miles de oaxaqueños y oaxaqueñas que no ven reflejados dichos valores en su candidato ni en su equipo de campaña, integrado por los mismos personajes que acompañaron tanto a Gabino Cué como a José Murat o a Ulises Ruiz. 

Alianzas que si bien han dañado la imagen del candidato y la confianza al interior del Movimiento de Regeneración Nacional, son necesarias para garantizar una movilización efectiva el día de la elección. Ya que el llamado efecto Obrador, con el que la ciudadanía sale a votar sin necesidad de un motivo más allá de la Cuarta Transformación, se ve afectado ante el negro pasado de su candidato.

Con poco menos de 35 años en la vida pública, Salomón Jara -Ingeniero Químico de profesión- como muchos políticos oaxaqueños, comenzó como dirigente social con la Unión Campesina Democrática, después se convirtió en representante partidista como Presidente del PRD en Oaxaca entre 1991 y 1992. En ese mismo periodo se desempeñó como Diputado Federal, cargo que dejó en 1993. 

Desde ese punto su actividad es un misterio, más allá de haberse convertido en un influyente operador político la información es casi nula. Siendo hasta el 2004 que regresa a la escena pública como Diputado local en la LVIII Legislatura del Congreso de Oaxaca. Para tres años después llegar al Senado por primera ocasión, bajo las siglas del Sol Azteca. 

En el 2010, con el arribo de Gabino Cué Monteagudo a la gubernatura de Oaxaca en una alianza conformada por el PAN, Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano), PRD y el Partido del Trabajo, así como por una parte del PRI; el entonces Senador se unió al gobierno “insurgente” como Secretario de Desarrollo Agropecuario, Forestal y Pesquero, cargo al que debió renunciar en el 2013 en medio de señalamientos por actos de corrupción. 

En su momento, la Contralora Perla Marisela Woolrich reconoció que existía una investigación en contra de Salomón Jara, pero por la intervención directa del gobernador Gabino Cué, no se integraron los expedientes penales ni se exigió la comprobación de los recursos federales. Lo que también provocó la renuncia de la funcionaria.

De acuerdo a la Fiscalía Anticorrupcción de Oaxaca, Jara Cruz no ha podido justificar el uso y destino de al menos mil 200 millones de pesos destinados a programas de apoyo y tecnificación del campo oaxaqueño. Tampoco comprobar el reintegro de 500 millones de pesos a la federación por subejercicio presupuestal en la dependencia que estuvo a cargo del hoy candidato. 

Este daño a uno de los sectores más importantes para el desarrollo del estado y al mismo tiempo, uno de los más olvidados y marginados, hasta este día se mantiene impune. 

Tras su salida del gobierno aliancista, argumentando la falta de confianza por parte del gobernador, Salomón Jara abandonó el PRD y fundó el Movimiento de Regeneración Nacional en Oaxaca, convirtiéndose hasta el día de hoy, en el administrador único de ese instituto político, siendo señalado por la supuesta venta y acaparamiento de candidaturas para cargos de elección popular. 

Desde el 2018 ocupa una curul -por segunda ocasión- en el Senado y aunque su labor legislativa nunca ha sido destacada, la negociación política le ha dejado grandes beneficios, los cuales se ven reflejados en su calidad de vida y su creciente influencia política, así como en la de sus colaboradores cercanos, muchos de los cuales han sido denunciados e incluso investigados, por actos de corrupción.

Acusaciones que han servido a la oposición para intentar vincular al aspirante a gobernador con hechos ilícitos, sin embargo hasta el momento no existen pruebas que lo comprometan directamente, mas allá de la relación política y social que mantiene con algunos implicados en posibles delitos; como la desaparición y presunto homicidio de la activista Claudia Uruchurtu supuestamente ordenado por la Presidenta de Nochixtlán. O la ejecución del presidente municipal de Jalapa de Díaz, investigado por la Fiscalía General de la República por desaparición forzada y delitos del fuero federal, durante un evento del DIF municipal.  

Ambos muy cercanos colaboradores de Jara Cruz, quien incluso los defendió acusando una “guerra sucia” en su contra. Hasta que el propio presidente Obrador intervino -al menos en el caso Uruchurtu-  e instruyó que se aplicara la Ley a los posibles responsables, aunque fueran miembros de su partido, Morena. Mensaje que por supuesto, se hizo extenso al resto de partidos. 

Incluido el Partido Revolucionario Institucional, cuya estructura sufrió una importante pérdida previó a la jornada electoral tras el arresto del Diputado local, Gustavo Díaz Sánchez, acusado por supuestos nexos con el crimen organizado.

No obstante, el golpe parecía haberse amortiguado con la inesperada designación de Alejandro Avilés Álvarez como el candidato de unidad del PRI y PRD para mantener la gubernatura del estado. 

Avilés, conocido por sus amigos más cercanos como “el triple A”, es para muchos, el único oponente que podría hacerle frente a Jara Cruz, dada las similitudes entre ambos perfiles.  

Forjado en las fuerzas básicas del priismo oaxaqueño, comenzó su activismo a los 17 años entregando volantes en cruceros, con el paso de los años logró ascender en la pirámide partidista ocupando diversos cargos hasta llegar a dirigir el instituto político en el estado. 

Alejandro Avilés se convirtió en menos de una década, en una de las figuras más representativas del Revolucionario Institucional. Destacando durante la LXII Legislatura local como Coordinador de la bancada de oposición durante el último trienio de Gabino Cué. 

Su participación fue fundamental para llevar al triunfo al actual gobernador, Alejandro Murat; al grado de ser nombrado Secretario General de Gobierno, cargo al que renunció tan solo unos meses después por el uso de un helicoptero oficial para viajar con su familia a Puerto Escondido, en la costa oaxaqueña. 

Información que de acuerdo a fuentes al interior del gobierno de Oaxaca, fue filtrada por el grupo político proveniente del Estado de México, quienes veían en Avilés un obstáculo para ejercer pleno control sobre la administración estatal y sus recursos.

No obstante, poco tiempo después regresó al Congreso local, en donde a pesar de Coordinar una fuerza política con minoría ha logrado someter y controlar las últimas dos Legislaturas que en teoría, tienen mayoría de Diputadas y Diputados de oposición. 

Con más de 35 años de carrera política, Alejandro Avilés no ha estado exento de señalamientos y denuncias por corrupción, al igual que el candidato opositor Salomón Jara Cruz, ha sido señalado por la venta de Candidaturas, el supuesto desvío de recursos públicos y hasta presuntas relaciones con delitos del fuero federal. La más reciente derivó precisamente, de la detención de Díaz Sánchez quien es uno de sus más cercanos colaboradores.

Pese a todo esto, Alejandro Avilés junto a su dirigente estatal Javier Villacaña, lograron revivir una estructura priista que fue relegada durante los últimos cinco años de gestión muratista, tiempo en el que se intentó fortalecer al Partido Verde Ecologista pero ante el fracaso de dicho objetivo, han optado por traicionar a su propio partido en busca de impunidad ante el gobierno federal.  

Siendo este otro de los retos que ambos candidatos deben enfrentar, tanto Alejandro Avilés al sortear las posibles traiciones el día de la elección, como Salomón Jara para no provocar mayor confrontación al interior o compromisos innecesarios con sus nuevos aliados. 

En cualquier escenario pareciera que Oaxaca tendrá que escoger una vez más, entre la propuesta que pueda hacer menos mal a la entidad, pero no debemos olvidar las consecuencias de votar sin razonar. Teniendo muy en cuenta que el gobernador o gobernadora será solo un factor de cambio, siendo su equipo de trabajo donde radique el progreso, el estancamiento o la regresión de nuestro estados y nuestra sociedad. 

Haciendo de lado a los partidos políticos, olvidando a personajes con buenas intenciones pero tantas ocupaciones que no vendrán a gobernar Oaxaca ni a solucionar los problemas que llevamos arrastrando durante generaciones. Eso nos toca a nosotros, y es a través del voto como podemos comenzar. 

De un sufragio sí, libre, pero también consciente, responsable e informado. Porque en una votación se decide un cargo público y también se define el presente de las generaciones futuras. Y si algo nos han enseñado los errores del pasado, es el costo de una mala elección.

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