La madrugada del lunes un comando armado asesinó a la exdiputada local del PRI en Cosoleacaque, Gladys Merlín Castro y su hija, Karla Enríquez Merlín, precandidata de Morena a la alcaldía de ese mismo municipio.

La Fiscalía General del Estado (FGE) informó que inició una carpeta de investigación por la doble ejecución, asegurando que no habrá impunidad en “estos lamentables hechos”.

De acuerdo a los primeros reportes, personas armadas a bordo de una camioneta, dispararon contra el guardia del Instituto de la Policía Auxiliar y Protección Patrimonial para el Estado de Veracruz (IPAX) que se encontraba vigilando el acceso a la casa.

Los agresores ingresaron a la residencia de la familia Merlin y ultimaron a las dos mujeres, degollando a una de ellas.

Elementos de seguridad pública que respondieron a la solicitud de auxilio, reportaron diversas anomalías y contradicciones en la escena del crimen así como en las declaraciones de los elementos de seguridad que custodiaban la casa.

Gladys Merlin fue alcaldesa de Cosoleacaque y diputada local del PRI; su hija, Karla Merlin fue Subsecretaria de Medio Ambiente en el sexenio del priista, Javier Duarte y fallida candidata a la diputación local por el PRI en Cosoleacaque.

En una conferencia de prensa, el gobernador Cuitláhuac García responsabilizó a los cacicazgos que se mantienen en esa región del sur de Veracruz, no obstante este martes diversos medios de comunicación presentaron una versión diferente, señalando como el principal móvil un robo, señalando al exjefe de seguridad de la empresaria y política priista como el principal sospechoso de ambos homicidios.

“En Cosoleacaque los cacicazgos están muy claros y el pueblo lo sabe, si alguien pretende que haciendo estos homicidios va a desviar esto, se va a topar con pared porque no hay impunidad y es un pueblo ya consciente que sabe perfectamente qué está pasando (…) No vamos a permitir que cacicazgos políticos que fueron solapados y auspiciados por el régimen anterior se mantengan haciendo estos homicidios. Este gobierno ya no lo permite ni pacta con ellos, se confundieron”, afirmó García Jiménez.

El gobernador dijo que existían dos líneas de investigación que la Fiscalía General de Veracruz sigue en este caso, asegurando que tiene confianza en las investigaciones porque están en coordinación y su gobierno “tiene la moral alta”.

“Mucho menos vamos a permitir que alguien o exista quienes crean que pueden enrarecer el tema electoral y ser cubiertos con impunidad; que no se confundan, ya no están con los que podían pactar impunidad, ya se fueron, que quede claro: este gobierno tiene la moral alta y no va a pactar con ningún grupo que esté pretendiendo dañar el ambiente electoral”, reiteró.

El columnista de EXCELSIOR, Jorge Fernández Menéndez, aborda este caso en su artículo “Morir en Cosoleacaque, Veracruz”, en donde señala como principal sospechoso al exjefe de seguridad de Gladys Merlín.

Esta es parte de la columna de Fernández Menéndez, un periodista experto en temas de seguridad pública y delincuencia organizada:

“Los agentes ingresaron a la vivienda y aseguraron que había impactos de arma de fuego que habían destrozado ventanas y puertas de cristal, que la vivienda estaba revuelta por dentro, pero nunca encontraron a los presuntos hombres armados. Lo que sí vieron fue los restos de dos mujeres asesinadas. Los cuerpos fueron inmediatamente reconocidos por Heliodoro Merlín Ortiz, el hermano y tío de las víctimas, se trataba de Gladys Merlín Castro, de 51 años, y su hija Carla Guadalupe Enríquez Merlín, de 28 años. Gladys había sido presidenta municipal del municipio, candidata a diputada, responsable de los programas sociales en el estado y era una notoria dirigente priista local. Su hija pensaba seguir el mismo camino, aunque existían versiones no confirmadas de que podrían buscar candidaturas por Morena.

El gobernador Cuitláhuac García se apresuró a asegurar que se trataba de asesinatos políticos atribuibles a cacicazgos locales, sin ofrecer una sola prueba en ese sentido. Lo cierto es que como han señalado analistas locales al gobernador se le están sumando los asesinatos de personajes con peso local, municipal, en el estado y la impunidad sigue siendo la norma, lo mismo que sucede con un altísimo porcentaje de feminicidios.

En el caso de la ex alcaldesa de Cosoleacaque y su hija, hay muchos hechos extraños. Primero, a pesar de lo dicho por los agentes de la empresa privada de seguridad que protegía su vivienda,  nunca se encontró a los hombres armados con fusiles de asalto, las mujeres murieron acuchilladas, degollada una de ellas, en una forma brutal. Los vecinos aseguran que sólo se escuchó un disparo esa madrugada.

La historia aparentemente es otra. El gerente de la gasolinera propiedad de Gladys Merlín Castro, que dice la semana pasada, la ex funcionaria, acompañada con su jefe de escoltas, fue a recoger, para depositar en un banco cercano, poco más de un millón de pesos en efectivo producto de la venta de gasolina del 5 al 7 de febrero. Según el gerente, Gladys dejó la maleta con el dinero en su camioneta, pero cuando regresó a ella, el jefe de escoltas le dijo que un grupo armado le había robado la maleta. Nadie había visto el robo. La ex presidenta municipal responsabilizó del hecho a su jefe de escoltas y lo denunció, lo mismo que todos los miembros de su equipo de seguridad. Por eso Gladys tenía el día de su asesinato, en su casa, sólo una persona externa y otra interna.

Según los informes de inteligencia, el robo de la maleta con el millón de pesos estuvo pactado con sus agentes de seguridad. Dicen que luego del robo en la gasolinera, el dinero producto de las ventas de gasolina de este fin de semana, Gladys lo había guardado en su casa. Y que el objeto del ataque que sufrieron las dos mujeres fue el robo de ese dinero, realizado por quienes eran o seguían siendo parte de su seguridad”.

A su vez, el columnista Salvador García Soto, de EL UNIVERSAL, se refiere también a este mismo caso, coincidiendo con su colega.

“En el brutal doble asesinato de la exalcaldesa (…) Gladys Merlín y de su hija Carla Enríquez Merlín, el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, ayer salió a ofrecer que se investigará a fondo el doble crimen y que se castigará a los asesinos. Hasta ahí el tema iba bien, pero en algún momento de su declaración, el gobernador dijo que ‘en Cosoleacaque no se permitirán cacicazgos ni crímenes de esa naturaleza’. *Y ahí habría que ver qué quiso decir Cuitláhuac, porque si bien la exalcaldesa priista había gobernado ese municipio hace 18 años y luego fue diputada y conservaba sin duda influencia en el municipio, en ningún caso se podría justificar la violencia y el brutal asesinato de ella y su hija por su filiación o su historial político, como pareció sugerir el gobernador.*

“Fuentes cercanas a la exalcaldesa asesinada comentaron a esta columna que, en vez de hacer declaraciones políticas, el gobernador debiera pedir una investigación a fondo, sin prejuicios, y que comience por investigar al servicio de escoltas que utilizaba Gladys Merlín, cuya casa era una fortaleza, y también al servicio de seguridad privada que custodiaba el fraccionamiento donde vivía. Porque una versión que manejan en el círculo cercano de las víctimas es que el pasado lunes 8 de febrero el gerente de una de las gasolineras que era propiedad de Gladys Merlín fue a depositar al banco 1 millón de pesos acompañado del jefe de escoltas de la señora. El gerente bajó por un momento y dejó la maleta en la camioneta y cuando regresó el guardia dijo que un grupo armado le había robado la maleta. Cuando Gladys se enteró corrió a su jefe de escoltas y lo denunció penalmente; también corrió a todos los guardias que la cuidaban y se quedó sin seguridad. El móvil del asesinato pudo ser el robo del dinero de las gasolineras que durante este fin de semana la exalcaldesa guardó en su casa. Se presume que los ladrones, que pudieron ser de su antigua seguridad, entraron a la casa en busca de ese dinero y llevaron a Gladys hasta la recámara donde tenía la caja fuerte. A ella la degollaron y a su hija la acribillaron al intentar abrir la puerta. Un dato que reforzaría la posible participación de los antiguos guardias en colusión con la seguridad privada del fraccionamiento es que a la mujer guardia que supuestamente escuchó las detonaciones y acudió a la casa solo le dispararon en una mano y no la mataron. Así que más que “cacicazgos políticos” el gobernador y su fiscal estatal deberían estar tras la pista del exjefe de seguridad despedido…”

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