UNHCR / J. Tanner / February 2011

Al menos tres personas murieron y más de una decena resultaron heridas este miércoles después de que militantes talibanes abrieron fuego durante las protestas contra el grupo en la ciudad afgana de Jalalabad, según narraron testigos a Reuters.

Los testigos dijeron que las muertes se produjeron tras un intento de los residentes locales de instalar la bandera nacional de Afganistán en una plaza de la ciudad, a unos 150 kilómetros (90 millas) al este de Kabul.

Al Jazeera reportó que una bandera talibán en blanco y negro que ondeaba en una rotonda en Jalalabad, ubicada a unos 115 kilómetros al este de la capital, Kabul, fue retirada y reemplazada por la bandera negra, roja y verde del anterior gobierno afgano este miércoles por la mañana.

Imágenes de video filmadas por Pajhwok Afghan News, una agencia de noticias local, mostraron a manifestantes en la ciudad que portaban la bandera afgana huyendo con el sonido de disparos de fondo.

Jalalabad es el centro tradicional de las celebraciones anuales del día de la independencia en Afganistán, que tienen lugar todos los años el 19 de agosto para conmemorar la fecha en que el gobierno británico reconoció la independencia afgana en 1919, poniendo fin a la tercera guerra anglo-afgana.

Talibanes anuncian “amnistía” e invitan a mujeres a unirse al Gobierno

El Talibán declaró el martes una “amnistía” en todo Afganistán e instó a las mujeres a unirse a su Gobierno, tratando de calmar los nervios en la tensa capital, Kabul, que en la víspera vivió un caos en su aeropuerto mientras la gente trataba de escapar.

Las declaraciones de Enamullah Samangani, miembro de la comisión cultural de los talibanes, son las primeras sobre gobernanza a nivel federal tras su ofensiva relámpago sobre el país.

“El Emirato Islámico no quiere que las mujeres sean víctimas”, afirmó Samangani, utilizando la denominación insurgente para Afganistán. “Deben estar en la estructura del Gobierno de acuerdo con la sharia”.

“La estructura del Gobierno no está todavía clara, pero con base a la experiencia, debería haber un liderazgo totalmente islámico y todas las partes deberían sumarse”, agregó.

Samangani, quien fue parco en otros detalles, dio a entender que la gente ya conoce las reglas de la ley islámica que los talibanes esperan que se siga.

“Nuestro pueblo es musulmán y no estamos aquí para forzarlo al islam”, añadió.

Bajo el gobierno talibán, que se rige por una estricta interpretación de la ley islámica, las mujeres están confinadas en gran medida a sus casas. Los insurgentes han tratado de proyectar una mayor moderación en los últimos años, pero muchos afganos siguen siendo escépticos.

El lunes, miles de afganos acudieron al principal aeropuerto de Kabul, y algunos estaban tan desesperados por escapar de los talibanes que se aferraron a un avión militar durante el despegue y fallecieron al precipitarse. 

Miles de personas resultaron heridas en los combates en Afganistán, explicó el Comité Internacional de la Cruz Roja. Las fuerzas de seguridad y los políticos entregaron sus provincias y bases sin oponer resistencia, probablemente creyendo que el experimento occidental de dos décadas para reconstruir la nación no sobreviviría al resurgimiento de los talibanes. Los últimos soldados estadounidenses tenían previsto retirarse a final de mes.

“El mundo está siguiendo los acontecimientos en Afganistán con el corazón apesadumbrado y una profunda inquietud por lo que está por venir”, declaró el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres.

Un resuelto Joe Biden dijo el lunes en la noche que se reafirmaba “totalmente” en su decisión de sacar a los soldados de Estados Unidos del país y reconoció que las imágenes de lo que se vive en Kabul eran “desgarradoras”. El presidente declaró que enfrentaba la elección entre cumplir el acuerdo de retirada negociado previamente o enviar miles de soldados más para iniciar una tercera década de guerra.

“Tras 20 años, he aprendido por las malas que nunca hay un buen momento para retirar a las tropas estadounidenses”, dijo en un discurso televisado desde la Casa Blanca.

El diálogo parecía continuar entre el Talibán y varios funcionarios del gobierno afgano, incluyendo el expresidente Hamid Karzai y Abdullah Abdullah, que en su día encabezó la delegación de Kabul en las negociaciones. El presidente Ashraf Ghani huyó del país durante el avance insurgente y se desconoce su paradero.

“No les creemos a los talibanes”, dicen mujeres afganas

Una activista que se quedó en casa durante días por temor a los talibanes decidió salir por primera vez el martes en Afganistán. Ella y su hermana, ambas con el cabello cubierto por mascadas sueltas, eran las únicas mujeres en el mercado, donde atrajeron algunas miradas hostiles, pero ningún acto de hostigamiento.

Mientras tanto en Herat, la tercera ciudad más poblada del país, las niñas se unieron a los niños que regresaron a clases, en contra de las expectativas, pero los insurgentes les dieron hiyabs y velos en la puerta. En la capital Kabul, una periodista entrevistó a un miembro de los talibanes en un estudio de televisión, algo que anteriormente era inimaginable.

Días después de tomar el control de la nación luego de una ofensiva implacable, los insurgentes trataron de mostrar una postura más moderada, prometiendo respetar los derechos de las mujeres e invitándolas a unirse al gobierno. Algunas afganas, que desconfían profundamente de los milicianos islámicos, trataron cuidadosamente de poner a prueba sus límites.

Pero en gran parte del país, muchas permanecían en sus hogares, demasiado asustadas para salir a un nuevo mundo en el que un grupo extremista que alguna vez apedreó mujeres y restringió cada uno de sus movimientos está nuevamente en el poder. La afabilidad mostrada por el grupo se contraponía a los reportes que había en las calles de que hacía visitas casa por casa en busca de periodistas, personas que trabajaban para la oposición y otros objetivos.

Las generaciones más mayores recuerdan las ultraconservadoras ideas islamistas — incluyendo lapidaciones, amputaciones y ejecuciones públicas — de su anterior mandato, antes de la invasión liderada por Estados Unidos después del 11-S.

Una profesora occidental en Kabul, que pidió hablar bajo condición de anonimato debido a continuas amenazas a la seguridad, señaló que el miedo se apodera de la capital.

“Han empezado a ir casa por casa, revisando los hogares de la gente, en ocasiones entrando por la fuerza. Dicen que están dejando en paz a la gente, pero eso es un indicio de que no es cierto”, comentó.

Los talibanes han atribuido actos de saqueo y robos a criminales o a personas que se hacen pasar por miembros del grupo, no a sus combatientes. Asimismo, liberaron a miles de reclusos, incluidos los que se encontraban en la prisión más grande del país, como parte de una amnistía general.

Los reportes, en caso de confirmarse, representarían un fuerte contraste con las promesas que el grupo hizo el martes.

Aunque Enamullah Samangani, miembro de la comisión cultural, aseveró que el grupo estaba dispuesto a “darles a las mujeres un entorno para trabajar y estudiar, y la presencia de mujeres en distintas estructuras” del gobierno. Otro miembro del grupo prometió respetar los derechos de las mujeres de conformidad con la ley islámica.

Sin embargo, los talibanes se han caracterizado por tener una interpretación ‘muy estricta’ de las escrituras islámicas.

“No le creo nada a los talibanes”, señaló una importante locutora de televisión de Kabul, quien dijo que el martes permanecía escondida en la casa de un familiar.

Comentó que tenía demasiado miedo de regresar a casa y mucho más para ir al trabajo luego de que se dieron a conocer reportes de que tenían una lista de periodistas y había acudido a las viviendas de algunos de ellos después de capturar Kabul el domingo.

Su padre le dijo que siguiera escondida hasta que se aclarara la situación de seguridad. Hablando con la AP vía telefónica, la joven de 29 años, quien pidió permanecer en el anonimato por temor a represalias, señaló que la situación no está clara para las mujeres en Afganistán.

Previamente, en un intento de los talibanes por mostrar una nueva imagen, una periodista de la televisora Tolo entrevistó a un funcionario el martes en un estudio.

“Eso era impensable hace dos décadas, cuando estuvieron al mando por última vez”, tuiteó Saad Mohseni, el propietario de la estación.

Hasta ahora no había indicios de que el grupo obligue a las mujeres a portar la burka, el velo azul que cubre de pies a cabeza y que las mujeres debían vestir durante el mandato previo de los talibanes.

Sin embargo, la mayoría de las mujeres está esperando señales más claras por parte del grupo rebelde. Mientras tanto, están preocupadas por cuestiones inmediatas, como por ejemplo, si pueden salir solas, si aún tienen trabajo, si pueden aspirar a una carrera o si deberían abandonar el país.

La locutora de Kabul dijo que las afganas han logrado grandes avances con el paso del tiempo, pero no cree que los talibanes acepten ese progreso.

México ofrece asilo a ciudadanas y ciudadanos de Afganistán.

El secretario de Relaciones Exteriores (SRE) de México, Marcelo Ebrard, informó este miércoles que la embajada mexicana en Irán ha comenzado a procesar solicitudes de refugio de personas afganas.

“Con la activa participación de Guillermo Puente Ordorica, Embajador de México en Irán, hemos iniciado el procesamiento de las primeras solicitudes de refugio de ciudadan@s afgan@s, especialmente de mujeres y niñas que lo han así solicitado”, indicó en su cuenta de Twitter.

Presidente huye del país

El presidente de Afganistán abandonó el país desde el domingo, uniéndose a afganos y extranjeros en una estampida que huyó del avance de los talibanes y marcando el fin de un experimento occidental de 20 años destinado a rehacer el país.

Los talibanes, que durante horas estuvieron en las afueras de Kabul, anunciaron poco después que avanzarían aún más a una ciudad presa del pánico durante todo el día, mientras helicópteros pasaban sobre sus cabezas para evacuar al personal de la embajada de Estados Unidos. El humo se elevaba cerca del complejo mientras el personal destruía documentos importantes. Varias otras misiones occidentales también están sacando a su gente.

Los civiles, temiendo que los talibanes vuelvan a imponer el tipo de gobierno brutal que prácticamente eliminó los derechos de las mujeres, se apresuraron a abandonar el país también, haciendo fila frente a los cajeros automáticos para retirar los ahorros de toda su vida.

Los más pobres, que dejaron sus hogares en el campo pensando que en la capital era más seguro, permanecían por miles en parques y espacios abiertos por todo Kabul.

El presidente Ashraf Ghani voló fuera del país, dijeron dos funcionarios a The Associated Press, quienes hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizados a informar a los periodistas.

Abdullah Abdullah, el jefe del Consejo de Reconciliación Nacional de Afganistán, confirmó más tarde en un video en línea que Ghani se había ido.

“El expresidente de Afganistán se fue de Afganistán, dejando al país en esta difícil situación. Dios lo hará rendir cuentas”, dijo Abdullah.

En una espectacular ofensiva, el Talibán capturó casi todo Afganistán en algo más de una semana, pese a los cientos de miles de millones de dólares invertidos por Estados Unidos durante casi dos décadas para reforzar las fuerzas de seguridad afganas. Apenas unos días antes, un análisis militar estadounidense estimó que pasaría un mes antes de que la capital se viera presionada por los insurgentes.

El Talibán ha derrotado, incorporado o hecho huir a las fuerzas de seguridad afganas en buena parte del país, a pesar de que el Ejército de Estados Unidos prestó algo de apoyo aéreo al gobierno afgano.

El vocero talibán Suhail Shaheen dijo al canal en inglés de la televisora qatarí Al-Jazeera que los insurgentes “esperan un traspaso pacífico de poder de la ciudad de Kabul”. Declinó dar detalles sobre posibles negociaciones con el gobierno.

Sin embargo, cuando se le preguntó qué clase de acuerdo querían los talibanes, Shaheen reconoció que buscaban una rendición incondicional del gobierno central.

Los negociadores talibanes se dirigían al palacio presidencial para acordar el traspaso de poder, según un funcionario afgano que habló bajo condición de anonimato por temor a represalias. Todavía no estaba claro cuándo se haría ese traspaso.

Entre los negociadores del gobierno estaban el expresidente Hamid Karzai y Abdullah Abdullah, según un funcionario. Abdullah ha criticado abiertamente al presidente Ghani, que rechazó durante mucho tiempo renunciar al poder para llegar a un acuerdo con el Talibán.

El funcionario, que habló bajo condición de anonimato para abordar los detalles de las negociaciones a puerta cerrada, las describió como “tensas”.

El ministro de Defensa en funciones, Bismillah Khan, intentó tranquilizar a la población afirmando que la capital se mantendría “segura”. Los insurgentes también intentaron calmar a los residentes de la ciudad e indicaron que sus combatientes no entrarían en las casas de la gente ni se entrometerían con sus negocios. También anunciaron una “amnistía” para los que trabajaron con el gobierno afgano o con fuerzas extranjeras.

“Ni la vida, ni la propiedad ni la dignidad de nadie sufrirán, y las vidas de los ciudadanos de Kabul no correrán peligro”, afirmó el grupo. El talibán también advirtió que nadie entrase en la zona en torno a la capital.

Pese a las promesas, el pánico empezó a extenderse y mucho se apresuraban a salir del país a través del aeropuerto de Kabul, la última ruta para salir del país después de que el Talibán tomara todos los pasos fronterizos.

Estados Unidos comenzó los vuelos rápidos de enlace desde su embajada con helicópteros Chinook horas después de que los milicianos capturasen la ciudad cercana de Jalalabad, la única ciudad importante aparte de Kabul que no controlaban. Varios vehículos blindados diplomáticos salieron de la zona de la sede estadounidense.

El Departamento de Estado de Estados Unidos no respondió en un primer momento a preguntas sobre los movimientos. Sin embargo, se veían columnas de humo cerca del tejado de la embajada mientras los diplomáticos destruían con rapidez documentos sensibles, según dos fuentes militares estadounidenses que hablaron bajo condición de anonimato porque no estaban autorizadas a comentar la situación. Unas horas después, la humareda se hizo más densa en la zona, donde también hay embajadas de otros países.

Más tarde aterrizaron también cerca de la embajada varios helicópteros Black Hawk, que suelen utilizarse para trasladar tropas. Al menos un helicóptero de combate sobrevolaba la zona mientras los helicópteros lanzaban bengalas para desviar posible fuego de misiles. Estados Unidos decidió hace unos días enviar miles de efectivos para ayudar a evacuar a trabajadores de la embajada.

En el Aeropuerto Internacional de Kabul, fuerzas afganas abandonaron el aeródromo a militares occidentales, según un piloto que habló bajo condición de anonimato para abordar cuestiones de seguridad.

Ghani, que habló al país el sábado por primera vez desde que comenzó la ofensiva, parece cada vez más aislado. Varios líderes militares con los que había negociado apenas unos días antes se habían rendido al Talibán, lo que dejó a Ghani sin opciones militares. Las negociaciones abiertas en Qatar, donde los insurgentes tienen una oficina, tampoco lograron frenar la ofensiva, mientras miles de civiles huían a Kabul.

Con información de AP.

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