Ciudad de México.- Especialista y consultor en movilidad urbana, Sergio Avelleda afirma que se tejió un mito alrededor del probable riesgo que sufría la población si abordaba el transporte masivo durante la etapa más grave de la pandemia por Covid-19 y, ahora, las ciudades enfrentan el enorme reto de reducir drásticamente la congestión vial, disminuir el uso del automóvil y hacer que el transporte público sea más atractivo para el usuario, quien debería ser el centro de la atención de las políticas públicas en el sector, pero carece de voz para incidir en ellas.
Avelleda participará en la primera jornada del 13º Congreso Internacional del Transporte que año con año realiza la Asociación Mexicana de Transporte y Movilidad, el próximo miércoles 27 de abril en el panel “Desarrollo del transporte público. Estrategias más allá del Covid-19”, junto con Martha Lucía Gutiérrez, secretaria Ejecutiva de la Red SIMUS y Arno Kerkhof, jefe de la División de Buses de la Unión Internacional de Transporte Público (UITP).
“No me parece que el transporte público fue el gran factor de riesgo de contaminación durante la pandemia y fue esencial para que la gente que precisaba de trabajar, tuviera la oportunidad de acceder a sus sitios de empleo; los operadores siempre antepusieron la seguridad de las personas y hoy todavía en casi todos los países sólo puedes abordarlo con mascarillas”, afirma.
Algunas encuestas, asegura, están mostrando que hoy la gente prefiere moverse en automóvil después de la pandemia, y eso es muy malo para las ciudades. Los operadores, dice, tienen hoy un gran reto porque ahora deben buscar las formas de atraer el número de usuarios para el transporte público que teníamos antes de la pandemia.
Sergio Avelleda, quien ha sido director de Movilidad Urbana en el WRI Ross Center para Ciudades Sostenibles y secretario de Movilidad y Transporte en Sao Paulo, Brasil, dice que sí existen formas de hacer más atractivo el uso del transporte público en las grandes ciudades con los consecuentes beneficios que permitan bajar la contaminación, ahorrar tiempos de traslado y también de recursos económicos.
Primeramente, destaca, es darle prioridad al transporte público, especialmente a los autobuses, construyéndoles carriles exclusivos de una forma sencilla y barata, que permitirá darle mayor velocidad al desplazamiento de un número más grande de personas.
Otra forma de incentivar la utilización del transporte público es buscar nuevas fuentes de financiamiento de manera que no sea sólo el usuario quien lo pague, sino que se convierta en un derecho como es el de la salud y el de la educación, que en la mayor parte del mundo se reciben de manera gratuita por parte del Estado.
“Son tantas externalidades positivas que hay el transporte público que está plenamente justificado tener una porción de dinero público para pagarlo, o sea, bajar el precio es una manera muy efectiva de atraer más gente para el transporte masivo”.
Un tercer elemento es lograr la gobernanza de los sistemas de movilidad, especialmente en las zonas metropolitanas, donde hay muchas ciudades conectadas unas a las otras. “Cuando no hay una coordinación y cada ciudad gestiona su propio sistema, hay mucha pérdida de energía y de capacidad de atraer pasajeros”, revela Sergio Avelleda.
El ideal sería tener una Autoridad Metropolitana de Transporte; las ciudades que hicieron esto como Londres, París, Nueva York y Madrid, tuvieron un incremento de participación de viajes en la matriz del transporte público. Y también bajaron los costos porque hay mucha más racionalidad.
Cuando no existe esa posibilidad de crear gobernanza, de establecer un sistema único, una tarjeta única y tarifas integradas, “es como construir muros, barreras entre las ciudades”, propiciadas porque los alcaldes no quieren dejar de tener poder en el transporte público.
Y para lograr dar pasos en la dirección adecuada hace falta la voz del elemento más importante del transporte público: el usuario. Avelleda sostiene que los tres primeros elementos se pueden lograr siempre que el usuario se convierta en un actor principal de la movilidad en sus ciudades.
En la medida que ejerza presión, podrán darse los cambios porque hasta hoy, quienes tienen voz en los temas de movilidad y transporte, son personas que viajan, precisamente en coche, que se ha convertido en el rey, porque las ciudades y su infraestructura se han construido en torno a él.
“El usuario de transporte público, que tanto necesita atención y también hace tanto por toda la ciudad, porque cuando decide moverse en transporte público contribuye para bajar la contaminación, la congestión, los siniestros, es una gente que carece de voz en la sociedad y desafortunadamente no hay una organización de usuarios de transporte público, al menos en Brasil no hay una ONG dedicada a los usuarios de transporte público. Hay para ciclistas, hay para peatones, pero no hay para usuarios y la gente debería moverse para presionar, para tener una gobernanza más racional en los sistemas de transportes.”, finalizó.
Otra forma de incentivar la utilización del transporte público es buscar nuevas fuentes de financiamiento de manera que no sea sólo el usuario quien lo pague, sino que se convierta en un derecho como es el de la salud y el de la educación, que en la mayor parte del mundo se reciben de manera gratuita por parte del Estado.