ERNESTO REYES
En la Hemeroteca Pública “Néstor Sánchez Hernández”, se presentó el Club de Lectura para Periodistas que llevará el nombre de “Wilfrido López Torres” (13 de septiembre de 1959-19 de septiembre de 2024) como un modesto homenaje a la memoria del periodista, escritor y poeta, oriundo de Tlacolula de Matamoros, Oaxaca. En el primer club él era quien, con la mediadora de lectura, Cristina Salazar, nos leía fragmentos de diferentes autorías.
Willy es de aquellos periodistas que además de escribir con precisión y belleza, producían textos literarios. Como no existía el internet, ni las bibliotecas virtuales, todo reportero o reportera debía contar con su archivo que consistía en notas y documentos y recortes periodísticos; además, una biblioteca bien surtida en casa, que incluía enciclopedias.
El periodista Leandro Hernández comentó que Willy perteneció a una generación de comunicadores que hicieron de las redacciones espacios críticos, de reflexión y compromiso social. Con otros jóvenes, fundó el Círculo de Estudios Tlacolulense que promovía actividades culturales, entre ellas lectura de libros y la edición del periódico Círculo, que reflejaba los problemas sociales de su pueblo.
Su compañera, Sandra Ramos Rojas, nos compartió un hermoso texto que aderezó con anécdotas sobre su trayectoria, algunos poemas, crónicas y relatos sobre su afición por las letras como se describe en el cuento titulado “El maestro Serrat”, incluido en el libro Facer Españas 2019 del décimo tercer premio Orola de Vivencias. Corría el año de 1969. En una conversación con Marcos Jacobo, su paisano y trabajador migratorio en Los Ángeles, California, rememoraba:
Mientras el niño Wilfrido estudiaba en la escuela primaria, su maestro Odilón, a quien el cura del pueblo tachaba de comunista, puso un disco de Serrat donde se escuchaba esta frase: “…Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Al preguntarle al profesor de qué artista se trataba, contestó: ¿Preguntas por el cantante? Ah, es Joan Manuel Serrat…él es español y la canción se llama Cantares. Yo le pedí que me ilustrara más porque esa canción tenía mucha sabiduría. En realidad se trata de un poema de Antonio Machado a quien Serrat le puso música. Al día siguiente el maestro me contó que Serrat también musicalizó un poema de Rafael Alberti. Esa misma tarde- continúa Willy- busqué en la biblioteca municipal libros de Machado y Alberti. ¡Uuuuh, vieras que bonito. Después leí a León Felipe, Miguel Hernández, Federico García Lorca, etcétera”.
Durante la presentación del Club de Lectura, Claudio Sánchez Islas comentó que algunas influencias literarias de Willy pueden buscarse entre los poetas de la generación del 29; generación triste por la situación por la que atravesaba España.
López Torres se describía así mismo, apuntó Sandra: “Sandy, soy un hombrezote serio; bastante distraído, un poquito bohemio (ahora), con tendencia al suicidio (antes); pero con ganas de seguir amando lo que vive, lo que respira, lo que siente, y no lo material. Me gustaría estar en la parte más alta de una casa elevada para ver por la ventana la niebla espesa, los árboles doblegados por el frío, aunque me ajusto a donde quiera; el mar me atrae, me sugestiona, me desnuda el alma, pero una cabaña en la parte alta me hace sentir un papalote que vuela ligero, libre, sobre las copas frías y sublimes de los árboles”.
Sobre su infancia recordaba: “¿Sabes? De niño, al acercarse la fiesta de pueblo, me ponía feliz porque era la única ocasión en que iba con mi papá (Nico) al centro. Íbamos a la quema del castillo, el sábado por la noche. La fiesta de Tlacolula siempre es el primer domingo de octubre. Jamás me tomó de la mano, pero me sentía orgulloso de caminar a su lado. Eso lo hicimos desde que tenía ocho hasta los 13, 14 años. Se divertía verme tirar con rifle de balines a los patos y soldados de hojalata”.
De su poema No conozco el mar, que le valió el segundo lugar del Certamen Literario de Prosa y Poesía El Timón de Oro en noviembre de 2019, extraigo dos fragmentos: “Los campesinos de mi pueblo no conocen el mar/Quién sabe cómo se lo imaginan:/pero no lo conocen/Si usted les pregunta ¿conoce el mar?/Ellas y ellos nada más mueven la cabeza/ y con un silencio ciego le responden: no ha pasado por aquí/no lo he visto/ a lo mejor se fue pa’l norte”.
Gran lector de poesía y prosa, bohemio y enamorado, cierra así el colega que se veía convertido en un papalote de volar ligero, libre…: “Ya viejo, tal vez, iré al mar/para conocerlo en persona/A lo mejor corra con suerte/ y me presente a la que será mi muerte”.
@ernestoreyes14