Diego Martínez / @diegomtzsanchez

La denominada “marcha fifi” que organizó el llamado Frente Nacional Anti AMLO (FRENAAA), fue la fuga de presión que el presidente Obrador necesitaba. 

Después de meses de errores, equivocaciones y desaciertos; la imagen y popularidad del Comandante en Jefe no es la mejor; su equipo tiene error tras error, los negocios turbios en toda la administración, los nombramientos impuestos desde presidencia y los abusos de poder empleando el aparato del Estado, estaban en la agenda diaria. La desesperación del mandatario era cada vez más evidente. 

Pero como “anillo al dedo”, la organización dirigida por Gilberto Lozano llegó con sus vehículos “machucones” a “marchar” en plena pandemia, convirtiéndose en tendencia nacional que aunque generó respuestas principalmente negativas, dio al titular del Ejecutivo el espacio en blanco que necesitaba para reiniciar sus giras por el sureste del país. 

Si bien la libertad de manifestación es un derecho consagrado en nuestra Constitución, el sentido común no es obligatorio y al parecer no aplica para todos. A menos que el objetivo sea otro y como buenos empresarios, los dirigentes del FRENAAA resolvieron una buena negociación con alguno de sus correligionarios que asesoran de manera personalizada al Presidente. 

De ser así, no sería algo nuevo; crear supuestos grupos de oposición para generar un “contrapeso” al gobierno, fue una de las primeras estrategias que empleó el extinto Partido Nacional Revolucionario para validarse ante la sociedad pero sobre todo, para desacreditar a grupos antagónicos. Comportamiento que continúo durante décadas con el Revolucionario Institucional. 

La manifestación del domingo 31 de mayo no solo evidenció una vez más, la politización y división social que traspasó hace mucho la línea de lo económico y se radicalizó en el aspecto ideológico, dando forma al caldo de cultivo perfecto para que un gobierno sustentado en demagogia y confrontación, garantice su estadía en Palacio Nacional y su dominio en el Congreso de la Unión. 

Salir a marchar -así sea con sus vehículos- en medio de una pandemia, no solo es una irresponsabilidad, es el pretexto perfecto para ridiculizar y comenzar a desmantelar a los grupos de oposición que puedan surgir en el camino al 2021 y sobre todo, al 2022 con la revocación de mandato. 

Sin duda muchos ciudadanos convencidos y comprometidos con un cambio, salieron a expresar su sentir sin ser consientes de estar siendo manipulados por intereses ajenos y alejados a sus objetivos. Pero debemos recordar que la salida de un Presidente debe ser en las urnas y aunque el ruido en las calles siempre es importante, aún no es el momento, menos cuando a las puertas de México se encuentra una de las peores tormentas sociales, financieras y políticas de la historia moderna. 

Para hacerle frente a esta emergencia, el Presidente tiene como objetivo crear 2 millones de puestos de trabajo, quizás mal pagados, sin prestaciones y sin mayores garantías, pero serán empleos que en medio de una crisis se transformarán en votos, los cuales se sumarán a los más de 28 millones que aún conserva en todo el país, de acuerdo a las encuestas más optimistas. 

Sin una oposición consolidada, el triunfo de López Obrador y su partido en el 2021 está garantizado, así como su permanencia en el poder.   

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