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Tello destacó que a pesar de que estaban a punto de las armas, cuando en 1871 fallece Margarita Maza, Porfirio le envía una carta muy solidaria al presidente Juárez porque él había vivido recientemente la muerte de sus menores hijos que tuvo con Delfina Ortega, habitando precisamente en La Noria. 

ERNESTO REYES

Sigue siendo un misterio el por qué al triunfo de la República, en 1867, Benito Juárez y Porfirio Díaz, el primero como presidente y el segundo como el general más popular en el país, comenzaron a enfriar sus relaciones personales y políticas, diferencias que llegaron a ser irreconciliables en los cinco años que corrieron antes del fallecimiento del Benemérito, el 18 de julio de 1872.

Con motivo del 150 aniversario luctuoso del Rector supremo de la UABJO, un público entusiasta participó en el curso breve, denominado “Repensar la relación de Juárez y Díaz”, que tuvo lugar en la sala de lectura de la biblioteca Francisco de Burgoa, los días 7 y 8 de agosto. Un modesto homenaje a falta de un recordatorio de mayor envergadura en su tierra. En palacio nacional, no obstante, la fecha fue conmemorada con la reapertura del recinto a Juárez para que el público conozca el espacio en donde él habitó con su familia. 

A instancias del Instituto de Investigaciones en Humanidades y moderadas por su director, Francisco José Ruiz Cervantes, el doctor Carlos Tello Díaz, biógrafo de Díaz y tataranieto del expresidente, nos amplió el poco conocimiento que tenemos acerca de dos oaxaqueños que dominaron la política en por lo menos seis décadas. Dos hombres, cuyos desencuentros evocan las diferencias que mantuvieron los liberales moderados, llamados también “borlados” y los liberales radicales, denominados “rojos”. Juárez y Díaz, nos recordó Tello, eran rojos, aunque ya en el ejercicio del poder moderaron sus actitudes. En los años 50 a pesar de sus diferencias de edad, ambos habían coincidido como miembros de la masonería; Juárez, apodado “Guillermo Tell” y Díaz, “Pelícano”. 

Respetado Juárez como su profesor de derecho civil en el Instituto, ambos son víctimas de la dictadura de Antonio López de Santa Anna. Benito abandona el país y Díaz declara su rebeldía después que en un referéndum vota por Juan Álvarez, líder de la revolución de Ayutla, movimiento que impulsa la Constitución de 1857.

Ambos mantendrían una relación muy intensa cuando Díaz fue jefe político en Tehuantepec; igual, cuando se crea la Línea de Oriente y Juárez le otorga el mando. Después de varias batallas memorables y expulsado el imperio de Maximiliano, en 1867 Juárez ingresa triunfante a la ciudad de México tomada previamente por Díaz, pero las cosas ya no serían como antes.

El historiador recordó varios episodios que comenzaron a molestar al presidente, como el desacato para fusilar a los generales imperialistas -Porfirio los amnistía-; apresar al ministro de Francia en la corte de Maximiliano y a no designar a un gobernante en el Distrito Federal.” La guerra, envejeció a los dos y los niveló también, en el terreno de la política”, pues ya no tenían la relación y afecto de padre- hijo, alumno-maestro, diferencias que los llevó a enfrentarse políticamente en el periodo 1867-1871, durante la época de la Restauración de la República. 

El alejamiento se tornó irreversible, cuando el general deja su casa de Tehuacán, se instala en La Noria y aquí proclama un levantamiento armado en contra de su mentor y jefe. Es una gran verdad que entre 1867 y 1877 los liberales mexicanos no dejaron de confrontarse, incluso después de la muerte de Juárez, aunque varios hombres de la Reforma participarían en los gabinetes de Díaz. 

Diferentes en su formación desde pequeños; uno demasiado pobre, zapoteco puro, apegado al imperio del derecho, impenetrable, visionario; el otro mestizo, mixteco de sangre, si bien tampoco rico, arrojado e inclinado a la disciplina militar que lo llevó a considerar que México requería, para modernizarse, de una pacificación a costa de lo que fuera. Dos modelos de gobernanza diferentes: la fuerza del derecho y la tolerancia, contra la conculcación de libertades como práctica y el regreso del conservadurismo de otro modo. 

Tello destacó que a pesar de que estaban a punto de las armas, cuando en 1871 fallece Margarita Maza, Porfirio le envía una carta muy solidaria al presidente Juárez porque él había vivido recientemente la muerte de sus menores hijos que tuvo con Delfina Ortega, habitando precisamente en La Noria. 

Invitado a instancias también de Martín Vásquez Villanueva, Carlos Tello, autor de la obra, Porfirio Díaz: su vida y su tiempo, nos deja ahora muchas más luces para la reflexión y el análisis. Dos dirigentes que al principio coincidieron y se unieron contra el enemigo común, pero al verse triunfantes volvieron a la discordia como es muy usual en esta disciplina social. 

@ernestoreyes14

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