Alejandro Murat y Andrés Manuel López Obrador escuchando las rechiflas al gobernador.

Alejandro Murat y Andrés Manuel López Obrador.

Por Diego Martínez / @diegomtzsanchez 

Pese a la creciente inseguridad, el aumento en la violencia, feminicidios y los homicidios dolosos, así como los constantes conflictos sociales que han costado la vida de decenas de oaxaqueños ante la inacción de las autoridades; la administración de Alejandro Murat Hinojosa ha logrado mantener una relación estable con el gobierno federal, lo que le garantiza -al menos por ahora- el total respaldo político, económico y social del Presidente Andrés Manuel López Obrador.  

Consciente de ello, el mandatario oaxaqueño ha emprendido un ambicioso plan de industrialización y desarrollo para su estado, que de lograr concretarse sería un referente internacional de “éxito gubernamental”. Lo que le permitiría ingresar a la carrera presidencial, a la que llegaría respaldado por un amplio sector político y empresarial que busca con ansias regresar al poder. 

En una de sus frecuentes entrevistas con medios nacionales, Murat Hinojosa aceptó que ha sido un “sexenio difícil”, no obstante destacó las labores de su gobierno ante la pandemia de COVID-19, así como la respuesta que han dado a las comunidades afectadas por el sismo reciente, incluso hizo referencia a los comentarios de Jorge Castañeda sobre Putla. Dejando para otro día temas como seguridad y gobernabilidad. 

Durante casi 20 minutos, explicó a grandes rasgos parte del prometedor futuro que augura para Oaxaca, destacando obras que llevan décadas de retraso, como las carreteras a la Costa y al Istmo, para las cuales se destinó un presupuesto de 1,500 MDP a cada una y según Alejandro Murat, estarán listas para el 2022, aunque no es la primera vez que da una fecha que después debe modificar, como lo han hecho los gobernadores antes que él, incluido su padre, quien gobernó Oaxaca hace 20 años. 

Considerando que Oaxaca es uno de los principales centros turísticos de México y el mundo, dada su vasta riqueza histórica, cultural, natural y gastronómica; el mandatario adelantó que ya se trabaja en mejorar la oferta cultural del estado, incluyendo proyectos de infraestructura y rescate arquitectónico que ofrezcan espacios de entretenimiento y esparcimiento que permitan atraer a los visitantes nacionales y principalmente extranjeros, que son los que más “gastan”. 

En virtud de sus diversas atribuciones y las experiencias que puede ofrecer la entidad oaxaqueña, el turismo es su principal fuente económica, lo que la convierte en la actividad estratégica para la reactivación del estado, sin embargo la responsabilidad de contar con opciones de entretenimiento y esparcimiento que permitan incentivar y atraer a los visitantes, implica una importante inversión pública, eso sin considerar los “pagos” a organizaciones y “representantes sociales”. 

Aunque no dio cifras exactas ni explicó detalles de su funcionamiento, Murat adelantó que ya se trabaja en la construcción del Centro Gastronómico de Oaxaca, “a un lado” de Santo Domingo de Guzmán en donde hoy se encuentra el Registro Civil. 

También informó que se recuperó la Real Alhóndiga de Antequera, espacio histórico y emblemático de Oaxaca, que permanecía en control de organizaciones sociales y que ahora posiblemente pase a manos de “alguna” Fundación -con mayúscula- o de una asociación civil. 

A esta idea de rescate y transformación se suma un nuevo Centro Cultural en sustitución del Teatro Alvaro Carrillo, a la entrada de la capital oaxaqueña, al igual que un Centro de Congresos en Huatulco, el destino de playa más emblemático del estado, sobre todo por las bondades y facilidades para la inversión privada. 

Estos recintos se sumarían al Centro Cultural y de Convenciones de Oaxaca, que a pesar de su arquitectura, infraestructura y capacidad de aforo, así como la cuantiosa inversión tanto pública como privada, continúa sin ser el detonante económico que se esperaba, aunado a la crisis sanitaria que atraviesa el país, claro.   

Para reactivar parte de la economía social, indicó que se autorizaron 500 millones de pesos para rehabilitar la Central de Abasto de Oaxaca, aunque no precisó si son adicionales a los 100 millones ya asignados o si son recursos extras, tampoco en qué se invertirán específicamente ni quién los administrará y garantizará que este importante centro comercial se convierta en un detonante regional y deje de ser un espacio controlado por sindicatos y el crimen organizado, que en algunos casos son lo mismo. 

La joya de la Corona, tanto para el joven gobernador como para el mandatario federal -respecto a Oaxaca- es el proyecto del canal interoceánico, el cual aseguran será “el gran motor del crecimiento de México”.  Con una inversión inicial de 3 mil 166 millones de pesos, se espera que sustituya o al menos iguale, a lo que hoy se conoce como el canal de Panamá. Retomando la visión de grandes políticos como el general Porfirio Díaz. 

No miente Alejandro Murat cuando asegura que todo eso “no lo tiene ningún otro Estado del país en cuestión de infraestructura”, ya que Oaxaca y su gobierno es uno de los consentidos del Presidente Obrador, a pesar de ser un cercano ex colaborador del presidente Enrique Peña Nieto, a quien Murat debe toda su carrera política.

Tampoco está equivocado cuando asegura que “para cambiar la pobreza no basta dar créditos a la pequeña industria o hacer pequeñas obras; necesitas obras que cambien estructuralmente el rostro”.

Sin embargo, su gobierno solo ha demostrado desconocimiento y desinterés para resolver las verdaderas problemáticas que enfrenta y ha enfrentado Oaxaca durante años. En donde el acceso a servicios básicos como agua o electricidad, sigue siendo el reto diario.  

A tres años de su gobierno y miles de millones de pesos “gastados”, no existen en el estado proyectos que permitan dar el “salto cuántico”, como menciona Murat Hinojosa, por el contrario, el rezago y la marginación que han acompañado a la gran mayoría de las “familias oaxaqueñas”, hoy se acentúa más que nunca. 

En medio de una crisis sanitaria que podría convertirse en humanitaria, y a las puertas de la mayor ruptura económica de los últimos años más los impredecibles desastres naturales como lluvias y temblores; la única respuesta del gobierno de Oaxaca ha sido la promoción mediática y el asistencialismo electoral con cargo al erario público. 

Acompañado de su esposa y un importante número de personal no esencial -al que incluso se ha puesto en peligro-, el gobernador ha recorrido durante las últimas semanas, comunidades a las que no había vuelto desde su campaña o incluso, que no conocía personalmente. Todo ello para demostrar y recordarle a “las y los oaxaqueños” que “no están solos”, al menos por hoy, porque mañana quién sabe. 

Pareciera que nadie recuerda los terremotos del 2017, cuando el entonces Presidente de México en compañía del ya gobernador, recorrían las zonas de desastre y hacían promesas como campaña política, las cuales, como muchas otras, continúan sin cumplirse. Aunque varias ya han sido justificadas al menos financieramente.  

Por ahora, no queda más que esperar que las promesas se cumplan y no se unan a las décadas de engaños que han vivido las comunidades de Oaxaca, un estado tan rico que ni los políticos más corruptos han podido acabar con sus riquezas, aunque lo han intentado y lo siguen haciendo, con gran entusiasmo y total impunidad. 

Hoy Oaxaca continúa en los últimos lugares en desarrollo social y económico del país, realidad que deberá cambiar radicalmente en los próximos tres años si es que el joven Murat en verdad buscará contender por la silla Presidencial, en caso contrario, será una decepción más para los oaxaqueños pero con grandes dividendos para quienes se creen sus dueños. 

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