Hablemos de política, por Diego Martínez Sánchez
Con el Metro que midas….
La Ciudad de México es un foco rojo para la Cuarta Transformación, no solo por la evidente falta de capacidad del gobierno capitalino, también por la costosa, tanto económica como políticamente hablando; campaña anticipada de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, quien está más ocupada recorriendo el país que atendiendo las problemáticas y necesidades de la capital.
De acuerdo a varias casas encuestadoras, la alianza de oposición y el partido gobernante tienen un empate técnico en la Ciudad de México, situación que reconocen los propios morenistas, al menos los que se atreven a cuestionar los datos inciertos que suele presentar la Jefa de Gobierno.
Ante este escenario, el riesgo de perder uno de sus mayores bastiones en la próxima elección va en aumento, lo que también pone en peligro las aspiraciones presidenciales de Sheinbaum, quien a pesar de contar con el respaldo del Presidente Obrador, continúa perdiendo puntos ante el electorado.
La violencia, la inseguridad, la falta de servicios y la corrupción, se han mantenido constantes desde el inicio de su gestión, algunos ataques dirigidos por la oposición, otros señalamientos sustentados en evidencias innegables.
Todo ello la llevó a perder la mitad de la ciudad en la última elección, aunado claro, a la traición al interior de su partido, la cual, según sus simpatizantes, tuvo su epicentro en la Alcaldía Cuauhtémoc que gobierna Sandra Cuevas, con quien Claudia Sheinbaum coprotagonizó el más reciente escándalo político de la Ciudad de México al desplegar más de 300 elementos de la Secretaría de Seguridad Pública para cercar las oficinas de la Dirección General de Desarrollo Social de la Alcaldía, en respuesta a una “denuncia anónima” alertando que en el interior se encontraban paquetes de volantes y lonas con publicidad en contra de la Jefa de Gobierno. Sí, volantes y lonas.
Además de la movilización policiaca, el espectáculo incluyó la participación del Contralor de la Ciudad de México, Juan José Serrano, quien arribó “al lugar de los hechos” acompañado por varios medios de comunicación para dar cobertura al decomiso del material “difamatorio”.
Serrano, quien antes de ser Contralor fue abogado de los padres de las víctimas en el derrumbe del Colegio Rébsamen, caso en el que Claudia Sheinbaum, entonces jefa delegacional de Tlalpan fue señalada como responsable por haber autorizado la edificación de la escuela de manera irregular; advirtió que (el material decomisado) “es probable que resulte en un desvío de recursos”, aunque reconoció que eso le correspondería a la Fiscalía. Otra dependencia que es frecuente invitada en la novela capitalina.
Como las “investigaciones” por supuesto sabotaje al Metro de la Ciudad de México, el cual ha sufrido decenas de accidentes, desperfectos y un evidente deterioro -en su mayoría- por falta de mantenimiento, lo que ha puesto en riesgo a los casi 4 millones de pasajeros que traslada cada día.
Incendios, choques, explosiones y hasta derrumbes han dejado decenas de heridos y al menos, 29 muertos en el Metro de la Ciudad. Pero para la Jefa de Gobierno ha sido imposible reconocer y enmendar los errores, ha preferido militarizar las estaciones y criminalizar a los conductores, a los peritos e incluso a ciudadanos, acusándolos de ataques a las vías de comunicación, denuncias que afortunadamente no prosperaron pero que sí mantuvieron a una mujer varios días en prisión. Todo por unas aspas de lavadora que se le cayeron dentro del carril del metro, y aunque ella misma alertó a los guardias, se le inculpó como si fuera una terrorista. Porque la narrativa escaló rápidamente hasta denunciar un sabotaje al Sistema de Transporte Colectivo Metro, para afectar la imagen de Claudia Sheinbaum, quien ya se ve en la silla presidencial al ser la preferida del actual mandatario.
Posibilidades que se ven reducidas ante la incapacidad de ejecutar un control de daños efectivo y por el contrario, crear un efecto boomerang que golpea cada día más fuerte, a una decadente imagen pública del gobierno de la ciudad de México, y por ende, de su titular. Quien lejos de afrontar los problemas con determinación, se limita a los pretextos y la confrontación con todo aquel que ose contrariarla, ignorando el sentir de las y los habitantes de esta urbe, la más grande de América del Norte.
De no cambiar “la estrategia”, la Jefa de Gobierno no solo podría perder la capital, también enfrentaría el riesgo de quedarse sin la candidatura presidencial, porque si bien es la carta favorita del primer mandatario, no es su único As. Y en caso de ser necesario, López Obrador no dudará en elegir a alguien más para sucederlo y dar continuidad a su proyecto de nación, siendo el Canciller Marcelo Ebrard el aspirante más probable, sin descartar a su “hermano” Adán Augusto, quien sería más imposición que elección, garantizando lealtad al ideal Obradorista.
Pero aún hay tiempo para que Sheinbaum rectifique y entienda que con el metro que mida, la medirán.