Hablemos de política, por Diego Martínez Sánchez

@diegomtzsanchez

El adelantado proceso electoral ha generado más daño a los aspirantes a la Presidencia de la República y sus partidos, que beneficio. Efecto que se ha ido replicando a nivel local en la mayoría de las entidades. 

Por un lado, el estancamiento de Xóchitl Gálvez al no contar con el respaldo de una estructura sólida en todo el territorio nacional que le permita presentar de manera adecuada, su proyecto a los grupos que deberán ser el primer enlace para que este llegue al electorado, particularmente al que ya se identifica con el denominado “Frente Amplio por México”, alianza integrada por el PRI, PAN, PRD y diversas organizaciones sociales que no coinciden con las políticas impulsadas por la actual administración. 

Relaciones que, en algunos casos, le han beneficiado como el respaldo a las madres buscadoras, y en otros han dañado su imagen, como las reuniones con el empresario Claudio X. González, acérrimo adversario del primer mandatario. Porque más allá de la falta de referencias bibliográficas en su proyecto de titulación o incluso los señalamientos por supuestos actos de corrupción, lo que más le ha afectado a la Coordinadora del Frente, es el distanciamiento con el ciudadano de pie o bicicleta. Una separación que contrasta con el acercamiento, cada vez más evidente, a los añejos grupos de poder. 

Por otro lado, tenemos la crisis de Morena ante la posible salida de Marcelo Ebrard y su participación bajo la bandera de otro instituto político, esto tras impugnar el proceso interno en donde se eligió a la exjefa de gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, como Coordinadora de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación.  

Pero incluso si el excanciller permaneciera en el Movimiento de Regeneración Nacional aceptando su derrota ante Sheinbaum, el daño ya está hecho y la fractura pudiera ser más profunda de lo que advierten los propios morenistas, quienes ya han experimentado derrotas inesperadas por los conflictos internos, como sucedió en la Ciudad de México. 

Y es precisamente en CDMX, bastión político y económico de Sheinbaum, donde se ha comenzado a notar la mayor confrontación y la poca “disciplina militante” de algunos de los contendientes. 

Situación que irá escalando con las precampañas en donde participarán Clara Brugada Molina, Omar García Harfuch, Hugo López Gatell, Miguel Torruco y Mariana Boy Tamborrell. Siendo la Alcaldesa de Iztapalapa la preferida por el núcleo morenista, mientras que el exsecretario de seguridad ha logrado captar la atención de la ciudadanía aumentando la preferencia electoral a su favor; efecto contrario al del exsubsecretario de Salud, cuyo desempeño al frente del combate y contención de la pandemia reducen, mas no desaparecen, sus posibilidades. A diferencia de las del hijo del Secretario de Turismo y las de la representante del partido verde, las cuales son prácticamente inexistentes. 

No obstante, sin importar quién gane el proceso interno, el verdadero daño vendrá en la elección oficial, ya que de no concretarse un acuerdo que satisfaga a todas las partes, unos grupos operarán en contra del otro, sobre todo a nivel Alcaldía, poniendo en un verdadero riesgo la permanencia de la “nueva izquierda” en la capital mexicana. 

Eso, si la oposición supera sus propios conflictos, además de la pérdida de militantes y simpatizantes, al igual que los señalamientos de corrupción en contra de varios aspirantes. Y principalmente, logra ponerse de acuerdo para definir a su candidato o candidata a la Jefatura de Gobierno, sin provocar traición y deserción por no aceptar presiones o chantajes de algunos grupos y personajes que buscan acceder o permanecer en cargos, pero al no lograrlo migran a otros partidos como el Verde Ecologista, Movimiento Ciudadano y hasta Morena.  

Como ejemplo está el senador Jorge Carlos Ramírez Marín, quien al no verse favorecido con la candidatura al gobierno de Yucatán, renunció y se unió al PVEM, al igual que Nuvia Mayorga. Y aunque los senadores Miguel Ángel Osorio Chong y Claudia Ruiz Massieu no han confirmado su adhesión, su salida obedeció a intereses personales y revanchismos con la dirigencia nacional.

Situación similar a la que está ocurriendo en Oaxaca, uno de los estados que servirán de guía para comprobar el fracaso o el éxito, del proyecto de nación del Presidente López Obrador pero que hoy, es un referente tanto de cultura y tradición, como de pobreza y corrupción.

Un legado generacional del exgobernador Alejandro Murat Hinojosa y su padre, José Murat Casab, quien también gobernó la entidad construyendo un sistema de saqueo e impunidad que, con la llegada del morenista Salomón Jara Cruz se ha comenzando a desarticular pese a la protección brindada desde el gobierno federal, la Auditoría Superior y el Poder Judicial. 

Esto ha provocado que varios de los implicados estén dispuestos a “lo que sea”, a cambio de protección por los posibles delitos que pudieron haber cometido como servidores públicos, representantes populares, empresarios o incluso fedatarios, bajo el amparo de los Murat. Mientras otros de sus empleados buscan comprar espacios de elección popular, tanto en Morena como con sus “aliados”, siendo el partido Verde el que más “muratistas” y “peñistas” ha aceptado.  

Comenzando por su dirigente, el Senador Raúl Bolaños Cachó Cué, secretario particular de Alejandro Murat e hijo de Raúl Bolaños Cacho Guzmán, estrecho colaborador de José Murat, quien al perder el control del PRI en Oaxaca intenta afectarlo al llevarse parte de su estructura al PVEM al mismo tiempo que trata de manipularlo a través del Comité Nacional a cargo de Alejandro Moreno, quien ya ha sido engañado en más de una ocasión por el Presidente de la Fundación Colosio.

Entre sus principales adquisiciones, cuyo impacto es más mediático que electoral, están el titular de la extinta Sedesol, Eviel Pérez Magaña, quien fue abucheado por los morenistas en el auditorio Guelaguetza; su hija y cuota, la diputada local Gabriela Pérez y su homólogo Samuel Gurrión, quienes llegaron al cargo como representantes plurinominales del Revolucionario Institucional pero aunque renunciaron, se negaron a dejarlo. Al igual que la legisladora Mariana Benítez, quien si bien no se afilió al Verde (aún) , también abandonó el PRI pero no la curul que le otorgó.

Todos ellos, señalados por estar involucrados en supuestos actos de corrupción e incluso crímenes de lesa humanidad; desde la llamada Estafa Maestra, lavado de dinero, desvío de recursos públicos y trata de blancas, hasta la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, son algunos de ellos. 

Acusaciones que han generado un rechazo a su participación en el Movimiento, al menos por las “bases”, ya que algunos dirigentes o “referentes”, parecieran estar complacidos con las nuevas adiciones, sobre todo con sus aportaciones personales.

Otros, como el director de Liconsa durante el gobierno peñista, Héctor Pablo Ramírez, han preferido evitar el ser abucheados e insultados en público, optando por unirse a Movimiento Ciudadano, en donde fungirá como enlace de la coordinación que encabeza la también expriista Ivonne Ortega. Aunque la Delegación del Comité Nacional la conserva Alejandra García Morlan. 

Pero ninguna de estas deserciones o traiciones, como la han calificado militantes y simpatizantes; afectan tanto al Frente -y a Morena- como la injerencia de la familia Murat, quienes aprovecharon el sexenio de “el cachorro” como se le nombró a Alejandro Murat, para crear una compleja y lucrativa red de negocios de alcance internacional que incluyen prácticamente todos los ramos, desde servicios turísticos, hasta temas inmobiliarios, mineros e hídricos, en donde están involucrados tanto políticos de todos los partidos como empresarios mexicanos y extranjeros.

Como lo ha denunciado el propio gobernador Salomón Jara, quien es consciente que harán lo que sea para intentar proteger dichos negocios, así tengan que incendiar Oaxaca, de nuevo. Por lo que debe actuar a tiempo.

Los intereses en juego son muchos, principalmente por el detonante turístico e industrial que se proyecta con la conclusión de las carreteras a la Costa e Istmo; con la Refinería de Salina Cruz y el tren Interoceánico. Lo que repercutirá de manera directa en el proceso electoral. Así como en los resultados que podrá entregar el Presidente Andrés Manuel López Obrador antes de concluir su mandato, por lo que de continuar protegiendo a sus “amigos” y su grupo político, puede esperar una traición segura. 

Tal vez por ello el equipo de Claudia Sheinbaum, al igual que el del gobernador Salomón Jara, han reducido o cortado la comunicación, por lo que los exgobernadores oaxaqueños han optado por, además de infiltrarse con el Verde; acercarse a Marcelo Ebrard, quien no ha rechazado el apoyo pero tampoco ha hecho compromisos concretos. 

Quizás porque es consciente de que el escenario político se definirá en las próximas semanas, y si bien existe una alta preferencia electoral por la continuidad del actual proyecto, la realidad es que todo puede cambiar en el último momento. Aunque si continúa eligiendo a los “aliados” equivocados, podría perder incluso antes de comenzar la contienda.

Al tiempo…

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