Hablemos de política, por Diego Martínez Sánchez
Desde su creación en 1986 bajo las siglas del Partido Verde Mexicano, el hoy Partido Verde Ecologista de México ha funcionado más como un lucrativo negocio familiar y cupular, que como un verdadero instituto político con una ideología propia y una agenda definida.
Fundado por el expriista Jorge González Torres, quien lo administró desde 1986 hasta el 2001 cuando pasó la batuta a su hijo Jorge Emilio González Martínez, el famoso “Niño Verde”, el PVEM es sin duda uno de los representantes más puros del nepotismo y la corrupción generacional que se ha enquistado en el sistema político mexicano con una gran facilidad y en total impunidad.
Las denuncias en contra de sus miembros y dirigentes no son pocas, y van desde temas como enriquecimiento ilícito y violaciones a las leyes electorales, hasta homicidios, trata de blancas y vínculos con el crimen organizado, señalamientos que en algunas ocasiones se han investigado y solo en unas cuantas, sancionado, aunque de nada o poco a servido.
Calificados como oportunistas, vividores y rémoras de la política, el Partido Verde se ha construido y consolidado como el mayor parásito electoral formando su capital por medio de alianzas con otros partidos, asegurando espacios de representación proporcional aunque los votos no los favorezcan.
Surgido de un conflicto al interior del Revolucionario Institucional, durante sus primeros años el PVEM se dijo “enemigo” del PRI, al grado de apoyar la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas y después la del panista Vicente Fox para “sacar” al tricolor de los Pinos.
Y aunque el objetivo se logró, la amistad duró poco con los albiazules, por lo que en el 2003 formó una alianza con el PRI, que duraría hasta el 2018. Aprovechando todos esos años para construir sus propia estructura con cargo al erario.
En el 2012 ganaron su primer gubernatura de la mano del hoy Senador Manuel Velasco en Chiapas, y regresó el PRI a la presidencia con Enrique Peña Nieto, quien fortaleció al Verde con recursos federales y los convirtió en un partido “competitivo” siendo su dirigente Carlos Alberto Puente Salas.
No obstante, en el 2018, con la peor derrota electoral en la historia del otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional, los verdes recibieron la instrucción y autorización para abandonar el barco y buscar espacios en el navío llamado Cuarta Transformación, movimiento que a pesar de decir combatir a la corrupción, le abrió rápidamente las puertas para formar una coalición. Tarea que ha estado a cargo, al menos en membrete, de Karen Castrejón Trujillo, presidenta desde el 2020.
Bajo la sombra de Morena y del presidente López Obrador, el PVEM creció rápidamente a base de engaños y traiciones, sobre todo a su antiguo aliado, el PRI, al que le ha intentado arrebatar estructuras y supuestos liderazgos, a cambio de prebendas, candidaturas e impunidad.
Algunos ejemplos son la exfuncionaria peñista, Nuvia Mayorga y el Senador Carlos Ramírez Marín, quien fue recibido en la bancada del Verde por otro “traidor”, el senador por Oaxaca, Raúl Bolaños Cacho Cué, quien ha sido calificado con ese término en su propio estado, después de haber llegado al escaño gracias a los votos del tricolor para convertirse en aliado de Morena, instituto que insultó y denostó en más de una ocasión.
Así como por no haber respetado los acuerdos para que su suplente ocupara los últimos dos años del encargo. Además de que Bolaños Cacho no tenía la más mínima trayectoria política en la entidad y su único mérito fue ser secretario particular del exgobernador priista Alejandro Murat, quien también es acusado de haber traicionado a su partido.
Señalamientos que pueden encontrar su sustento en la gran influencia que ejerce su padre y también exgobernador de Oaxaca, José Nelson Murat Casab, dentro del Partido Verde Ecologista de México. No por nada su otro hijo, Eduardo Murat, es tanto suplente del Senador Manuel Velasco, como Diputado Federal por la vía plurinominal, así como un próspero empresario en diversos ramos, incluida la gestión hídrica. Y ya existen rumores de quererlo lanzar como candidato a gobernador de Morelos.
Aunado a ello, en Oaxaca a los Murat se les ha señalado por los propios expriistas, de ser quienes atacan al PRI y “convencen” a algunos dirigentes para que deserten y se unan al Verde para intentar colarse a la llamada “Primavera Oaxaqueña” y a la continuidad de la Cuarta Transformación. Sin embargo, el plan parece haberse arruinado con el rechazo de Morena y sus militantes, quienes son conscientes que el Verde no aporta absolutamente nada en materia electoral tanto a nivel federal como local.
Muestra de ello son los resultados que obtuvieron en las pasadas elecciones a gobernador, alcanzando solo el 2.17% del total de la votación, es decir 24,587 votos. Una cifra muy lejana a los 563 mil 989 sufragios que recibió Morena, al igual que de los 247 mil 771 votos que favorecieron al PRI.
Incluso en el 2016, cuando ganó Alejandro Murat la gubernatura, el Verde solo aportó 33 mil 662 votos, siendo el PRI quien le diera la victoria a su enterrador con 432 mil 436 sufragios.
Caso similar al del 2018, cuando la priista Sofía Castro ganó la Senaduría de primera minoría con 324 mil 405 votos pero por órdenes del entonces gobernador, se la dejó a su empleado Raúl Bolaños, quien sólo consiguió 59 mil 167 para el PVEM, traicionando más tarde su alianza para cubrirse a la sombra de Morena.
Y aunque en el 2021 superaron la barrera de los 60 mil votos en Oaxaca, logrando sus “mejores” resultados en la historia, esto se debió a la influencia de Morena y el evidente uso de recursos por parte del gobierno del estado, encabezado por Murat Hinojosa, hacia este instituto político, en donde fue colocando a sus empleados de mayor confianza y otros que le han servido como instrumentos administrativos, como el Diputado Federal José Antonio Estefan Gillessen, hijo del expriista José Antonio Estefan Garfías, y quien asumió la curul al hacerse pasar por un indígena oaxaqueño, artimaña que logró gracias al apoyo de su “compadre”, el presidente municipal de Santa María Xadani emanado del PVEM, quien le otorgó los documentos apócrifos para acreditar su “identidad indígena”, pese a ser de piel clara, ojos claros, cabello castaño y con ascendencia libanesa.
A pesar de que los hechos fueron denunciados, las autoridades han hecho caso omiso hasta el momento, situación que podría cambiar si continúa el conflicto al interior del Partido Verde con la llegada de expriistas que si bien no aportan nada, exigen cargos y candidaturas que les fueron prometidas si abandonaban al partido que les dio de comer durante décadas y les permitió acaparar poder y dinero a manos llenas.
Comenzando por su principal dirigente, el Senador Raúl Bolaños Cachó Cué, exsecretario particular de Alejandro Murat e hijo de Raúl Bolaños Cacho Guzmán, estrecho colaborador de José Murat, quien lo colocó en la Presidencia del Poder Judicial de Oaxaca tanto en su administración como en la de su vástago, aunque para el período de este último tuvieron que incurrir en diversas irregularidades, las cuales terminaron provocando la salida de Guzmán, quien fue premiado con el Consulado General de Sao Paulo, Brasil, el centro económico de Sudamérica y desde donde impulsa una lucrativa red de negocios internacional.
Raúl Bolaños también es sobrino de José Esteban Bolaños Guzmán, titular de la Secretaría Ejecutiva del Sistema Estatal de Combate a la Corrupción en la entidad oaxaqueña, órgano señalado por encubrir los posibles actos de corrupción cometidos durante el gobierno de Alejandro Murat, como los que el propio gobernador Salomón Jara ha denunciado públicamente y por los que hoy existen varias investigaciones en curso y más de una de decena de implicados que siguen su proceso en prisión.
Pero la principal labor del “niño verde oaxaqueño”, quien se reúne cada semana con Murat Casab para recibir instrucciones, ha sido la de desarticular al Revolucionario Institucional, comprando o persuadiendo a sus estructuras. Esto ante la resistencia de su militancia para continuar bajo el control de quienes aseguran, entregaron el estado y traicionaron al partido, el cual intentan seguir manipulando a través del Comité Nacional a cargo de Alejandro Moreno, quien ya ha sido engañado en más de una ocasión por el Presidente de la Fundación Colosio y operador del llamado Pacto por México, que dio vida a las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto.
Las intenciones sin duda son muchas, desde mantener sus cotos de poder hasta conseguir impunidad por los crímenes cometidos en contra de Oaxaca y de México, pero el resultado dependerá de si el gobierno federal y el de Oaxaca, aceptan negociar abriéndoles la puerta para formar la alianza con la que sueñan los Murat. Porque lo que suceda en la entidad oaxaqueña, hará eco a nivel nacional.
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