11 marzo, 2025 9:44 PM
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Mis expresiones, por Pablo Ramírez Puga.
.- ES COMÚN ESCUCHAR QUE SEGÚN LA EDUCACIÓN que reciben, los hijos se convierten en una recompensa o en un castigo. ¿Cómo considerará José Murat Casab a su hijo Alejandro Ismael Murat Hinojosa?
Muchos opinarán que “hijo de tigre, pintito” en apego al historial político de José Murat que le permitió crearse una imagen de sagaz político, muchas veces al estilo Fouché, otras, muy visionario, la cuestión es que la herencia paternal no sólo viene de un padre de poca moral para el ejercicio público, sino quizá más allá de una familia de oscuro pasado en la que imperó el cinismo y el descaro. Características esenciales que le permitieron consolidar una carrera política en donde la sinvergüenza y la deshonestidad fueron claves para crear un emporio de poder político y económico.
A José Murat no se le complicó su capricho de ubicar como gobernador del estado a su hijo, como un legado de su poder como jefe Máximo de la política local, con sede en la calle de Polanco, en la ciudad de México. José Murat impuso a su hijo como gobernador, sin más merecimiento que ser su hijo, enjaretándole un “derecho de sangre” a pesar de haber nacido en el Estado de México.
En su última etapa como priista y mal necesario en la política nacional, José Murat impone a Alejandro Murat como su sucesor y el mayor capricho de su nepotismo. Sólo que Alejandro Murat entró como recalcitrante miembro del partido tricolor (PRI) y culmina su mandato como empedernido miembro del partido MORENA a instancias de un agradecimiento profundo hacia el ex presidente Andrés Manuel López Obrador por protegerlo ante su descarado enriquecimiento ilícito como gobernante.
¿Ese detalle hace que Alejandro Murat sea un digno heredero de las malas artes de su padre en la política nacional? Según se, José Murat sigue siendo parte del PRI y que yo sepa, no ha renunciado a su moribundo partido. ¿Estará de acuerdo, por tanto, con la servil y sumisa postura de su hijo en la consecución del segundo piso de la 4T? Verlo del brazo de “Andy” Manuel López Beltrán como un cofrade morenista, es un acto de desvergüenza infame que ubica a la estirpe Muratista como sabandijas del poder político, destrozando toda esa parafernalia que envolvió a José Murat en el PRI del siglo pasado.
Hoy José Murat es un personaje enriquecido enormemente a la sombra del poder, pero que ha perdido lo más importante y valioso que un hombre público pueda atesorar: su credibilidad e integridad como político… Y todo por su protervo amor filial. En fin, como dijera Plinio El Joven: “Muchos temen al deshonor, pero pocos a la conciencia”.