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Por Diego Martínez Sánchez / @diegomtzsanchez

La imagen del gobernador de Oaxaca, Alejandro Murar Hinojosa, chocando el puño con el dirigente del Sindicato Independiente 3 de Marzo, Pablo Gómez, como símbolo de un triunfo político, después de que este último sitiara la capital del estado durante dos días, generó diversas reacciones, entre ellas varias positivas, sin embargo las críticas no tan constructivas y las teorías sobre conspiraciones fueron mayores. 

Entre los reclamos está el evidente respaldo del primer mandatario a un grupo delictivo que violó los derechos humanos de miles de ciudadanos impunemente. Sin que exista siquiera una “llamada de atención”, porque hacer valer la Ley y el Estado de Derecho en Oaxaca, es simplemente impensable. 

Por otro lado, el que Murat Hinojosa se encontrara en el Puerto de Veracruz en un gira con el Presidente y peor aún, se tomara el tiempo para grabar un video antes de “correr 5 kilómetros” para iniciar el día y otro, tomando un café en la famosa Parroquia mientras sus gobernados enfrentaban la furia del gremio sindical, sumado a varias protestas más al interior de la entidad; fue la imagen que derramó el vaso para aquellos que solo esperan el próximo año para votar “por el cambio”. 

No obstante, para otros fue parte de un “engaño” para deslindar su responsabilidad y permitir que el caos se apoderara de la capital, ello como un golpe político al presidente saliente, y como una (necesaria) ayuda a su imagen, ya que el siguiente paso sería regresar triunfante y “solucionar el problema”. Lo que le tomó poco más de 20 horas al aceptar como legítimas las demandas de los inconformes y responsabilizar al incipiente Alcalde, Oswaldo García Jarquín. 

Sin embargo, si la capacidad de negociación de Alejandro Murat es tan efectiva, por qué no la ha ejercido durante sus casi cinco años de gobierno para detener el resto de protestas en la entidad, o al menos las más recientes, como la del sector salud que ha mantenido tomada la Casa Oficial y con ello una de las principales avenidas de la ciudad, por más de un mes.

O la de pobladores en el Istmo, la Costa, la Sierra o la Cañada que reclaman la falta de obras y apoyos en sus regiones. Sumadas a las exigencias por justicia ante los crecientes homicidios de líderes sociales. Por mencionar solo algunas de las constantes protestas que han asolado la entidad desde hace meses sin que ninguna autoridad logre solucionar de fondo las diversas problemáticas. 

Quizás todo era parte del ambiente político en medio de la renovación de la gubernatura, o quizás un respiro para el mandatario que ha sido tan vapuleado últimamente, tanto a nivel local como federal, por los altos índices de corrupción dentro de su administración. Situación que no puede permitirse el joven gobernador.

Ya que si bien la impunidad y el chantaje con base en la movilización social continúa siendo una moneda de cambio efectiva en Oaxaca. Para Murat Hinojosa hay mucho más en juego que la gobernabilidad en el estado, porque aunque esta es un requisito indispensable para concluir en orden su período, es más importante para lograr una estrecha relación con el Presidente López Obrador, quien es un visitante frecuente de la entidad oaxaqueña.

El interés de Alejandro Murat por formar parte del gobierno federal y trabajar junto a López Obrador como alguna vez lo hizo con Enrique Peña Nieto, quien le entregó la gubernatura de Oaxaca sin siquiera vivir en el estado o incluso, haber nacido en él; es parte de un plan a mediano plazo para contender por la Presidencia de la República, imitando o quizás igualando, la estrategia que siguió su antiguo jefe, gastando miles de millones de pesos del erario público en publicidad, y aprovechando la imagen del fundador de Morena.

La ruta está trazada y el vehículo en marcha, muestra de ello es el respaldo que ha brindado Alejandro Murat a la Reforma Energética que propone López Obrador, la cual prácticamente desaparece la impulsada por Peña Nieto y, defendida a capa y espada por el PRI, durante el sexenio pasado.

Pero que el mensaje venga de uno de los últimos gobernadores priistas e hijo del Presidente de la Fundación Colosio, José Murat Casab, quien para muchos es el verdadero dirigente del tricolor, envía un mensaje mucho más claro, sobre todo al interior del otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional.

Al igual que las constantes reuniones de Murat Hinojosa con líderes de Sindicatos y organizaciones nacionales, como si estuviera creando una estructura política a base de facilidades para la expansión de las gremiales en la entidad, así como la apertura a inversiones nacionales y extranjeras, para la extracción de recursos naturales.

Sumado a los rumores impulsados desde una oficina en Interlomas en el Valle de México, sobre la posible llegada de Murat Hinojosa a la Comisión Federal de Electricidad, información que va acompañada de señalamientos y acusaciones en contra del actual Director, Manuel Bartlett Díaz, otro expriista que se unió a las filas del Obradorismo, y con gran éxito.

Sin embargo, algunos que ya preparan maletas para cambiar de barco, parecieran olvidar que el famoso Pacto por México, punto de origen de las Reformas Estructurales del peñismo, fueron gestadas en la casa del propio Murat Casab, cuyo nombre no ha podido ser mencionado por el Presidente, ni cuando visitó su lugar de nacimiento.

Además, se suman las denuncias por malversación de fondos públicos durante la administración de Alejandro Murat, sobre todo en los primeros años, período que compartió con Enrique Peña Nieto. Entre los recursos desviados o no ejecutados, se encuentran los del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), que debían llegar a los damnificados por los sismos del 2017 y 2018. Así como a los afectados por las lluvias atípicas que azotaron la entidad. A ellos se agregan los recursos donados por organismos internacionales y la sociedad civil organizada, para el mismo fin, pero que nunca llegaron a su destino.

La falta de obras públicas, la contratación de empresas fantasma y las reiteradas acusaciones por despojos ilegales de bienes inmuebles por parte de funcionarios cercanos al gobernador, son otros temas que podrían afectar los planes de la familia Murat, sobre todo cuando intentan fracturar a Morena impulsando a su propia candidata al interior del Movimiento de Regeneración Nacional, buscando mantener su coto de poder e impunidad en una entidad que han explotado y saqueado sin reparo, durante más de 30 años.

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