FBCKfRyWYAAey-5

Por Diego Martínez Sánchez / @diegomtzsanchez

“El que quiera ser águila que vuele, el que quiera ser gusano que se arrastre pero que no grite cuando lo pisen”, reza el famoso dicho del Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, uno de los padres de la Revolución Mexicana, cuya herencia política y social se mantienen vigentes como símbolo de la lucha campesina y popular. 

Sin embargo, hoy debe hacer eco en aquellos que se decían “hijos de la revolución”, al grado de nombrar a su instituto político como el Partido Nacional Revolucionario (PNR), el cual mutaría hasta adoptar la forma de lo que hoy conocemos como el Partido Revolucionario Institucional, el PRI, o lo que queda de él. 

Esto por la encrucijada que enfrenta lo que alguna vez fue el partido hegemónico de México, y el símbolo de poder político no solo en el país, sino en el continente y más allá de los océanos. Para algunos, ejemplo de dominio y control sobre el sistema, para otros, la “Dictadura Perfecta”. 

Y aunque esos días de paternalismo gubernamental y omnipotencia presidencial no parecieran estar tan lejanos, e incluso lucen peligrosamente cercanos; para el PRI, aquella época de gloría ha quedado en el olvido. Por más que insistan en decirse diferentes a su régimen heredero autonombrado “Cuarta Transformación”, tarde o temprano se doblegarán para subsistir.  

La “invitación” del Presidente López Obrador se escuchó clara y fuerte al interior del tricolor, saben que de oponerse a la voluntad del Ejecutivo, el poder del Estado y de la Unidad de Inteligencia Financiera; los someterá de una manera u otra. Por ello, el aceptar el perdón obradorista, pareciera ser mejor opción. O al menos así lo asegura un importante sector, sin dejar de reconocer a la poca pero aferrada resistencia interna. 

Es cuestión de tiempo para que el PRI se sume al proyecto que encabeza Obrador como “una propuesta alterna, crítica pero constructiva y sobre todo, que busca el bien de México”, o alguna historia así, argumentarán intentando simular su inevitable futuro de subordinación. 

O como lo dijo el propio presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, estarán “del lado del pueblo”, pero a ese pueblo hoy, lo representa Andrés Manuel López Obrador y así será, al menos por los próximos años. 

De cualquier modo, ya sea con la Reforma Eléctrica o más adelante, el PRI deberá tomar una decisión, respaldar el proyecto de nación que representa la Cuarta Transformación y aportar desde el interior, hasta donde se les permita, o trabajar para consolidarse como una verdadera fuerza de oposición, ya sea solos o junto al PAN y al casi extinto PRD. No obstante, este último escenario ha demostrado que no arroja los mejores resultados. Sobre todo cuando se arrastran casi 100 años de saqueo y corrupción, aunque el perdón puede no estar muy lejos y con ello la salvación, al menos para algunos, sobre todo, para los que levanten la mano al ritmo que les marque la Federación.  

Deja un comentario