Hablemos de Política

Por Diego Martínez Sánchez

Avilés y Villacaña, la última defensa del PRI 

La designación de Alejandro Avilés Álvarez como Candidato del PRI a la gubernatura de Oaxaca y el nombramiento de Javier Villacaña al frente del Comité Estatal, marcarán la ruta que seguirá el Revolucionario Institucional de cara al proceso electoral de este año. 

Para algunos es una derrota anunciada ante Morena, partido que presenta una marcada ventaja en la preferencia del electorado sin importar –mucho– quién sea su candidato o candidata. Por ello consideran que Avilés aceptó contender para perder, mientras que la tarea de Villacaña sería garantizar la supervivencia del PRI por medio de sus estructuras. 

Pero otros aseguran que fue la decisión más sensata no solo por las fricciones que estaba generando el proceso interno de selección, también porque afirman que pese a todo, Alejandro Avilés representa un factor de unidad que junto a su capacidad como “operador”, lo convierten en la opción más viable para el tricolor. 

Con una beca casi permanente en el Congreso local, Alejandro Avilés se ha convertido en prácticamente el único operador legislativo del PRI e incluso del propio gobernador, lo que le ha permitido construir una importante red de alianzas con diversas corrientes políticas y aunque no siempre ha sido para bien de su partido, ha logrado importantes acuerdos que le han dejado grandes beneficios, aunque de ello hablaremos más adelante. 

Por otro lado tenemos a Javier Villacaña quien regresa tras haber contendido por la Presidencia de la capital, para reestructurar un partido dividido y diluido en pequeños grupos que resisten los embates e invitaciones de otros institutos políticos que han encontrado una oportunidad al engrosar sus filas con los disidentes del otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional.

Sin embargo, pese al escenario político que deberán enfrentar, con la llegada de Villacaña a la dirigencia estatal el partido tendría al menos una oportunidad de mantener e incluso aumentar su capital político para garantizar su supervivencia. Aunque mucho dependerá de lo que suceda en Morena. 

En cualquier escenario, tanto Alejandro Avilés como Javier Villacaña tendrán en sus manos la titánica tarea de unificar al priismo oaxaqueño y además, hacerle frente al candidato o candidata de la coalición “Juntos Haremos Historia”, la cual de acuerdo a casi todas las casas encuestadoras, cuenta con al menos el 50 por ciento de la intención del voto.

Si quiere ganar, el PRI deberá presentar una plataforma política y social diferente, porque las propuestas de siempre no serán suficientes para convencer a un electorado cansado de promesas incumplidas. 

Como primer paso deberán convocar a la militancia y recuperar al menos los 350 mil votos duros que alegan tener, así como recobrar la fuerza de sus organizaciones o lo que quede de ellas. Para después intentar ganar la confianza de al menos 750 mil votantes, considerando que Morena afirma contar con más de un millón de votos seguros. 

Eso si la ciudadanía decide participar y supera al menos el 70% de la lista nominal que al corte de junio contaba con 3 millones 278 personas inscritas, por lo que considerando que en el proceso electoral pasado participaron 1,627,667 es decir el 56 por ciento, en la elección a gobernador deberían votar al menos 2 millones de personas. 

Sin duda la balanza se inclina hacia un lado, pero si algo ha demostrado el PRI es que incluso perdiendo gana, pero cuando en verdad quieren ganar están dispuestos a todo, incluso a trabajar en unidad por un proyecto común, algo que aún los podría diferenciar del resto de institutos políticos en donde la “disciplina partidista” pareciera ser inexistente. 

Aunque claro, nunca faltará la traición y la estrecha relación con la corrupción del pasado pero sobre todo del presente, al solapar a un gobernador que ha sido señalado por haber defraudado la confianza del pueblo de Oaxaca, así como de “entregar” el Estado a Morena con tal de llegar a un cargo en la Federación, aspirando a luchar por el mayor puesto de elección que existe en el país sin importar el costo porque al final, la militancia y el pueblo pagan.

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