Por Diego Martínez / @diegomtzsanchez
En medio de una efervescencia política por las elecciones en seis estados que no gobierna Morena -aún-; el rechazo advertido de la Reforma Eléctrica en la Cámara de Diputados le dio al partido del Presidente Andrés Manuel López Obrador la herramienta perfecta para aplicar el principio del “enemigo único”, bajo el título de “traidores a la patria” con el que encasillan a prácticamente todos los partidos de oposición.
Consciente de la inviabilidad de su reforma por el costo político y económico que implicaría, López Obrador, experto en explotar la polémica y la confrontación con fines electorales, decidió mover sus piezas en el Congreso como un simple sacrificio hacía una mejor jugada.
Y aunque los riesgos para la democracia son tan latentes como evidentes, para miles de ciudadanos pasan inadvertidos ante la polarización y el constante conflicto incitado desde el púlpito presidencial.
Porque mientras la oposición celebra un aparente triunfo legislativo, sumado a la “derrota” del primer mandatario en la Revocación de Mandato, la realidad es que el fundador y líder moral de Morena los volvió a superar, demostrando que más de 20 años en campaña permanente le han enseñado el verdadero valor de mantener el poder presidencial.
Una vez más, pareciera que López Obrador lleva la ventaja, porque al menos en esta gana perdiendo, pero no debe olvidar que su principal reto es el controlar a todos aquellos que se han empoderado a costa de Morena, sin respetar la autoridad de su dirigencia, ni mucho menos el ideal del movimiento. Siendo ellos el mayor riesgo para su subsistencia.
Y esa es una batalla que está en sus vísperas y que pronto dejará atrás la hoy celebrada derrota de la Reforma Eléctrica, demostrando que al final, todo sigue igual.