Por el Mtro. Alejandro Martín Solís Tenorio
En este artículo el Mtro. Alejandro Martín Solís Tenorio, Director de Posgrados en Calidad y Energía Renovable de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), explica el contexto, el sector y los acuerdos, entre otros elementos para entender de manera clara y concisa lo que es la Transición Energética en América del Norte.
Contexto
En física, la palabra (del inglés) “power”, se refiere al trabajo realizado por unidad de tiempo, mientras que en Geopolítica la misma palabra se refiere a la capacidad de una nación para influir sobre el comportamiento de otras.
El control sobre los recursos energéticos primarios y las tecnologías para su aprovechamiento conforma patrones y tendencias para el desarrollo económico, escenarios de seguridad nacional e incluso de capacidad militar.
¿Transición, o seguridad energética?
La Transición Energética en América del Norte implica un conjunto de cambios de carácter geopolítico. La transición hacia “cero emisiones” plantea escenarios de concertación política en la región norteamericana, como posible soporte a favor de la “seguridad climática a escala global”; sin embargo, ante la coyuntura de los cambios que se vislumbran en el orden mundial, la seguridad energética constituye una prioridad que podría competir o coadyuvar con el sentido de urgencia por la descarbonización del sector energético en América del Norte.
El sector energético de la región norteamericana es alto en carbono
La región norteamericana comprende a Canadá, los Estados Unidos de Norteamérica y México. Genera un Producto Interno Bruto equivalente a $22,003.81 Billones de dólares americanos y concentra 495.14 millones de habitantes.
De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (IEA, 2020), en esta región los Estados Unidos de Norteamérica participan con el 81% del consumo energético, Canadá con el 12% y México con el 7%.
Por otra parte, en la matriz energética de la región norteamericana la participación de los combustibles fósiles es por lo menos del 80%, mientras que la participación de las energías limpias no supera el 20%. A su vez, la región participa con el 75% del total de las emisiones en el continente americano (Institute of the Americas, 2023), y por lo menos con un 20% del total global.
Oportunidades y Acuerdos
En 2021 se reunieron representantes de 197 naciones, en Glasgow para participar en la Conferencia de las Partes número 26 (COP26), y establecieron compromisos de acción para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, y llevarlas a cero para 2050, con la finalidad de limitar o retrasar el incremento de la temperatura global a menos de 1.5oC. Así mismo, los compromisos incluyen acciones necesarias para acercar fondos a los países en vías de desarrollo, con el fin de facilitar la gestión de los impactos negativos del cambio climático (adaptación).
El desafío por retrasar o contener el incremento de la temperatura global es colosal. Más aún, en las condiciones de la economía global post-COVID, y ante los efectos negativos del Cambio Climático, tales acciones se ven comprometidas ante la necesidad de garantizar el abasto energético global.
La transición energética supone estrategias exitosas de eficiencia a lo largo de toda la cadena energética, así como un cambio en la matriz de oferta-demanda, con predominancia de las fuentes limpias que hoy no garantizan el abasto energético ante la dinámica económica y social de la región o del mundo.
La consecución de los objetivos establecidos en los Acuerdos de París depende de la efectividad de las políticas para la implementación, y de las condiciones de certidumbre, necesarias para la atracción de inversiones, particularmente en el caso de México. La movilización de recursos externos a la región, la efectividad de los modelos y procesos de transferencia tecnológica será crucial para romper el rezago que México experimenta en comparación con sus contrapartes en la región. La formación de talentos constituye también un elemento clave para la cooperación a nivel regional.
En enero de 2023, se reunieron en México los mandatarios de las tres naciones de América del Norte, y acordaron reforzar la seguridad, prosperidad, sostenibilidad y la integración de la región en seis pilares estratégicos, uno de los cuales lo constituye la Transición Energética.
Entre los acuerdos para la transición energética en América del Norte se exploran cuatro áreas con potencial para la cooperación entre las tres naciones que conforman la región:
Renovables, como habilitador clave para un nuevo sistema energético: Tecnologías complementarias, actualización de la infraestructura para transmisión, interconexión y almacenamiento, e innovación de los modelos de negocio.
Infraestructura resiliente, y con capacidad de adaptación a nuevas tecnologías: Infraestructura con capacidad para operar de manera confiable, ante los cambios o eventos meteorológicos que resultan del Cambio Climático. Adicionalmente, se necesita integrar la Capacidad para transporte y distribución Gas Natural, a la necesaria para el transporte y distribución de Hidrógeno.
Desarrollo del Gas Natural (GN) como un energético de transición: El GN constituye un elemento clave de la transición, debido a su capacidad para suplir la intermitencia de algunas fuentes limpias como la solar y eólica.
Captura de Carbono: Por medio del desarrollo y aplicación de tecnologías para la captura de carbono en el aire.De manera transversal a estas cuatro “vetas para la cooperación” en la región norteamericana, se vislumbra el potencial para desarrollar el Hidrógeno como una fuente, y más aún como una economía de energía limpia, a la cual es posible transitar desde la economía actual del Gas Natural, con aplicaciones al transporte eléctrico y a la generación estacionaria para abastecimiento comunitario.