Ante este panorama desolador, también hay recetas.

Mtro. Juan Carlos Chávez Martínez

Contar con una agenda de riesgos es una exigencia de la posmodernidad, es un ejercicio que se realiza con inteligencia y prospectiva estratégica, que identifica los riesgos que obstaculizan el ejercicio de gobierno y la consolidación de políticas públicas estatales; dicha agenda maneja probabilidades de ocurrencia y pone en el centro de la discusión las vulnerabilidades que puede tener la gobernanza de una entidad federativa.

Nadie hubiera imaginado que, por ejemplo, el gobierno de la república se enfrentaría a su mayor reto: el manejo de la pandemia por coronavirus. También, nadie hubiera creído que los municipios se enfrentarían a un desafío de salud pública como lo es el manejo de la basura.

Estamos, pues, ante diversos e innumerables retos públicos que, en el corto o mediano plazo, pueden devenir en retos catastróficos. Es por eso que las acciones gubernamentales deben tener en cuenta cuáles son estos riesgos y sus potenciales consecuencias.

En esta primera entrega, quiero abordar el riesgo de no combatir la corrupción de forma sistémica y sistemática. El doctor Mauricio Merino realizó en días pasados la presentación del Informe País 2020, un diagnóstico de los sistemas estatales anticorrupción en el que Oaxaca sigue apareciendo en los últimos lugares nacionales; a diferencia del profesor Merino, quién prefiere no distinguir entre íntegros y corruptos, yo soy de la idea de que el combate a la corrupción ha fracasado en Oaxaca debido a que los servidores públicos y aquellos ciudadanos que tuvieron la oportunidad de combatir la corrupción, se convirtieron en lo que tanto temían: corruptos. A tal grado de simular y disimular la detección, investigación y sanción de los corruptos, sus nuevos compañeros, con una sola misión en mente: perpetuar el status quo, algo que les permitió consolidar una red de corrupción que atraviesa los tuétanos de la administración pública estatal. 

Los riesgos están presentes por todos lados. Por un lado, se encuentran aquellos ciudadanos que traicionaron la confianza de los oaxaqueños, de sus conciudadanos, que como sepulcros blanqueados por dentro se han deteriorado, los integrantes del Comité de “Participación Ciudadana” del Sistema Estatal Anticorrupción fueron los primeros en no respetar el decreto constitucional que los extinguía, es decir, no han respetado la Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Oaxaca, poniendo a los Diputados del Congreso del Estado de Oaxaca entre la espada y la pared, ¿dejarán que unos cuantos “ciudadanos” determinen la validez o no del proceso legislativo?; sobre los hombros de estos “ciudadanos” pesa la omisión y comisión de faltas administrativas al transgredir el principio de legalidad y de supremacía constitucional. 

Por otro lado, la corrupción se encuentra en las designaciones públicas amañadas, todo mundo sabe que el primer grupo de integrantes de dicho Comité se dio gracias al padrinazgo y al impulso de los grupos parlamentarios, mientras que quienes fungieron e ilegalmente siguen fungiendo como integrantes no cuentan con las credenciales ni la preparación académica. Dice un dicho que no estar preparado para un cargo público también es corrupción. 

La falta de rendición de cuentas se ha vuelto un lastre para combatir la corrupción, si ustedes se dan una vuelta por la página web del Comité no encontraran registro o documento alguno que dé cuenta de la transparencia o rendición de cuentas, hasta donde tengo memoria en la historia del combate a la corrupción en Oaxaca no se ha visto que sus integrantes hayan rendido un informe de labores, ya sea ante la ciudadanía o ante el Congreso del Estado de Oaxaca, esto se debe a la falta de resultados de los últimos años y la apuesta a la perpetuidad de quienes hoy por hoy cobran un sueldo más alto que nuestro Presidente de la República, sin entender que el combate a la corrupción comienza dando resultados, siendo honestos y percibiendo ingresos que nos permitan vivir en la justa medianía, sin lujos ni derroches.

Finalmente, no quiero dejar desapercibido el papel fundamental que pudo haber jugado el Comité de “Participación Ciudadana” ante el Comité Coordinador, ciudadanizando los procesos y las propuestas para combatir frontalmente la opacidad y los hechos de corrupción, incluso dentro del propio Comité Coordinador; sin embargo, fue el propio Comité Coordinador que solapo actos de corrupción de sus integrantes, limitándose a celebrar reuniones esporádicas, maquinando la captura de los espacios públicos, de los presupuestos públicos y de las decisiones públicas, requisitos indispensables para perpetuar la corrupción en todo el sistema estatal anticorrupción.

Conclusiones.

Ante este panorama desolador, también hay recetas. La medicina para evitar la captura de espacios públicos viene acompañada por designaciones públicas transparentes escoltadas por organizaciones de la sociedad civil, pero sobre todo de los ciudadanos, bajo la batuta de la Comisión de Selección integrada por nueve ciudadanos elegidos en convocatoria pública, quienes han resistido el paso del tiempo y de los vaivenes políticos, casi en una suerte de servicio profesional de carrera. La prevención de la captura de presupuestos públicos viene de la mano de ejercicios de rendición de cuentas ya sea ante los oaxaqueños o ante el Congreso del Estado de Oaxaca con la consecuente transparencia y publicitación de todos los informes, archivos, expedientes, manejo presupuestario y de los resultados alcanzados en el combate a la corrupción. Mientras que la captura de decisiones se evita con una renovación de los integrantes del Comité Coordinador, con perfiles más honestos y éticos, con un claro compromiso de erradicar las redes y sistemas de corrupción, viviendo en la justa medianía. 

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