Hablemos de política
Por Diego Martínez Sánchez
No cabe duda que el peor enemigo es uno mismo. Y muestra de ello es la desesperación del Presidente Andrés Manuel López Obrador ante la movilización de cientos de miles de ciudadanos en rechazo a varias políticas que busca implementar su gobierno. Desde los insultos diarios en un espacio público como lo son sus conferencias matutinas, escaló rápidamente a convocar a una marcha masiva en apoyo a la Cuarta Transformación.
Como si el país no enfrentara suficientes crisis desde seguridad hasta salud y educación, para el primer mandatario es más importante alimentar un concurso de egos, que solo sirve para reconfortar su cansada alma tras los constantes fracasos de su gobierno y el creciente rechazo social.
Durante los últimos cuatro años, tanto Obrador como sus funcionarios, comunicadores afines y hasta artistas que comulgan con su propuesta política, han presumido incansablemente, la buena “popularidad” del presidente, buscando posicionarlo como un “líder amado” por todos, menos por los “malos”. Porque si algo ha dejado en claro López Obrador, es que todo aquel que no esté con él, está en contra de él.
Pero su narrativa no es nueva, a través de los años han existido diversos “líderes carismáticos” y aclamados por las masas, muchos de los cuales emplearon ese masivo apoyo social, para cometer algunas de las mayores atrocidades en la historia de la humanidad.
Por ello, en algunos países que aún mantienen vigente el recuerdo de aquellos regímenes e incluso en los que se vive ese yugo hoy en día, lo que sucede en el país Azteca es una señal de alerta ante un posible escenario de autoritarismo moderno, en donde el ejército se ha convertido en el brazo ejecutor del Poder Ejecutivo.
Porque más allá de marchas convocadas tanto por el gobierno como por opositores y ciudadanos, o de la mediocre costumbre de culpar al pasada por cada error o incluso de buscar pactar con el crimen organizado que cada día adquiere más poder a lo largo y ancho del país ante una fracasada estrategia de seguridad; lo que vive México es el reflejo del estrepitoso fracaso del primer gobierno de “izquierda” -sí, entre paréntesis porque el actual régimen es un retroceso en todos los aspectos- así como de la frustración y enojo de un hombre que durante 12 años buscó la presidencia de un país que no entiende y no puede gobernar. Quedándole el recuerdo de lo que hubiera podido lograr si en lugar de dividir y confrontar se hubiera puesto trabajar.
En Corto
Zacatecas se ha convertido en el referente nacional de violencia e impunidad, muestra de ello es el asesinato del Coordinador de la Guardia Nacional en el estado, a manos del crimen organizado. Y aunque el ejército desplegó cientos de elementos para buscar contrarrestar el avance criminal, la realidad es que las cosas solo empeorarán, tal como se ha visto en diversas regiones de la entidad con enfrentamientos entre células del narcotráfico, agravando la crisis que el gobernador David Monreal, hermano del aspirante a presidente y también exgobernador Ricardo Monreal, ha preferido ignorar porque negarla era imposible después de que le dejaran 10 cuerpos a las puertas de Palacio, en el corazón de Zacatecas capital o, los puentes se convirtieran en aparadores para intimidar tanto a los rivales como al gobierno y la sociedad. Aunque otras voces consideran que la situación en el estado se debe a la falta de acuerdos entre el gobierno del estado, cuyo titular y familia han sido vinculados con varias actividades ilícitas, y los grupos que buscan controlar el territorio que se ha convertido en paso casi obligado para todo tipo de contrabando.
En Oaxaca termina el gobierno de Alejandro Murat, quien ahora buscará la Presidencia de la República en un acto desesperado por congraciarse con el primer mandatario, garantizando cero oposición por parte del Revolucionario Institucional, partido que aún lo adopta a pesar de casi haberlo desaparecido en su entidad. Pero lo que en verdad debería preocuparle son los señalamiento por corrupción que enfrenta básicamente toda su administración. En Salud la corrupción heredada no solo siguió, se multiplicó; lo mismo que en áreas como seguridad, infraestructura y educación. Siendo estos dos últimos rubros de los más controversiales por el enfrentamiento que ha provocado entre dos grupos, el del gobernador Alejandro Murat y el de su padre, José Murat Casab, quien ante la inexperiencia y falta de capacidad de su vástago, aprovechó los primeros años de su segunda gestión para colocar a sus incondicionales en puestos estratégicos como IOCIFED, CAO, CEVI, Administración, Sinfra y el IEEPO. En todas estas dependencias la contratación de empresas fantasma, la compra de facturas, la simulación en la adquisición de materiales y hasta la facturación de tequios fue una constante. Pero en dos de ellas la situación fue más allá, por lo que ahora un exsecretario de las infraestructuras es investigado por supuestamente haber aceptado una casa en la calle Catalina de San Felipe del Agua (una de las zonas con mayor plusvalía en el estado) como soborno a cambio de contratos para la compra de cemento y otros materiales para construcción, excepto pinturas, ya que ese rubro ya estaba adjudicado a su yerno, tema que también le está trayendo complicaciones y sobre todo, cuestionamientos. Al igual que las gasolineras que tiene en el estado de Guanajuato y cuyo origen no puede aclarar. Aunque eso no se compara con el supuesto desfalco que cometió el responsable de la educación en el estado, quien a través de decenas de empresas fantasma habría facturado cientos de millones de pesos en productos y servicios que debían llegar a las aulas y escuelas, pero que simplemente nunca existieron. En cambio, con dichos recursos habría edificado complejos departamentales, casas de lujo y hasta fraccionamientos para la clase media que no puede costear las viviendas que ofrece en otro de sus modestos espacios habitacionales, que hasta cuenta con campo de golf. Ambos personajes muy cercanos a Murat Casab, y que al parecer, no reportaron mucho o casi nada de sus actividades al gobernador, al menos en membrete, Alejandro Murat. Como ellos hay muchos más, pero será tarea del nuevo gobierno, el de la Cuarta Transformación, castigarlos o brindarles impunidad.