Hablemos de política, por Diego Martínez

Al denunciar una supuesta campaña de desprestigio en su contra, el exdirector del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca , Francisco Ángel Villarreal, evidenció su intolerancia, desconocimiento de la ley y desesperación, no solo por intentar “limpiar su imagen”, también por deslindarse de posibles actos de corrupción cometidos durante su gestión al frente del IEEPO, cargo que le confirió Alejandro Murat Hinojosa. 

Los señalamientos en su contra no son pocos: enriquecimiento ilícito, venta de plazas laborales, desvío de recursos públicos por medio de compras simuladas, adjudicaciones a empresas fantasma, tráfico de influencias y la contratación millonaria e injustificada, de pautas publicitarias en diversos medios de comunicación, tanto nacionales como locales, los cuales empleaba y emplea, para atacar a sus adversarios políticos y a organizaciones sociales, incluido el hoy gobernador y la Sección 22. 

Incluso el nuevo titular del IEEPO, Emilio Montero informó que existen datos de malversación de fondos, entre ellos 93 millones de pesos que retiraron en solo 50 segundos y cuyo destino aún se investiga; o los 63 millones de pesos que gastaron en fumigación durante el período que no hubo clases por la pandemia, al igual que los pagos a medios de comunicación, algunos de ellos vinculados a la familia Villarreal, que iban de los 500 mil hasta los 1.5 millones de pesos mensuales. Posibles actos de corrupción que ya son investigados por la Fiscalía General del Estado y la Secretaría de Honestidad, junto a otros más.

Con una carrera política irrelevante, sin mayor éxito que ser empleado de José Murat; Francisco Ángel Villarreal podría ser uno de los próximos exservidores públicos que deba enfrentar la justicia, no solo por la innegable corrupción que imperó en el IEEPO durante su gestión; también por la abierta confrontación que sostiene con el hoy gobernador Salomón Jara Cruz, quien asegura que no existirá impunidad para nadie. 

Lejos quedaron las aspiraciones de “Paco” Villarreal, el sueño imposible de ser gobernador, senador o dirigente del tricolor, se alejan cada día más ante su evidente incapacidad política, muestra de ello es la falta de apoyo que ha recibido al interior de su partido, ante las “difamaciones” que alega. Teniendo que recurrir a la Barra Oaxaqueña de Abogados que preside su hermano, para “exigir justicia” ante las “infamias” que se han dicho sobre él. Situación lamentable y vergonzosa para esos supuestos juristas, y también para su agremiado.  

Porque no conformes con su lamentable papel, iniciaron una serie de absurdas denuncias en contra de diversos particulares, incluidos varios medios de comunicación, que según los denunciantes, deberían haber consultado a Villarreal antes de publicar y difundir información sobre él, destacando una imagen evidentemente editada, en donde la Fiscalía supuestamente ofrecía una recompensa por su captura. 

Y aunque se debe mejorar el rigor periodístico en algunos medios, todos gozan de libertad editorial y no se debe emplear como pretexto para atentar contra la libre expresión.

Tras la publicación del “meme”, al estilo de los políticos más rancios, como aquel exgobernador de Coahuila que demandó a un columnista por decir que tenía “un tufo a corrupción”; Francisco Ángel Villarreal intentó censurar a los medios de comunicación con demandas sin sentido y tomando la difusión de una imagen publicada en la web como pretexto, esperando ejercer suficiente presión para que acepten que existe un “complot” en su contra.

Sin embargo, olvida que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha ponderado el derecho a la libertad de expresión sobre lo que podría interpretarse como daños al honor o la imagen de personajes públicos. Aunque claro, con el apoyo de la “Barra de Abogados”, podrían armar un caso sólido que los lleve al exilio político o en el peor de los casos, al partido Verde para seguir obedeciendo órdenes desde Polanco.

Sea cual sea el desenlace judicial –nada promisorio– de las demandas interpuestas por Villarreal y su equipo de abogados, el prolífico empresario inmobiliario deberá tomar una decisión a la brevedad, hacer las paces con el PRI y aceptar sus condiciones o, renunciar y confiar en la protección que pueda otorgarle el sello Murat, porque todo parece indicar que rogarle al gobierno estatal para que lo dejaran “colaborar”, no está dando los resultados deseados.

En cualquier escenario, Villarreal no debe olvidar que con el proceso electoral en puerta, los espacios se acaban y los trofeos se convierten en votos. Y él, se vería muy bien en la repisa de la Cuarta Transformación, aunque sea por mero entretenimiento del elector.

Al tiempo…

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