Por Horacio Corro Espinosa

Ya estamos dentro de otro año. Estamos también, dentro de la incógnita y la esperanza. Posiblemente, durante estos primeros meses, los días se nos sigan escapando de las manos sin poder hacer nada.

Si hacemos un balance, casi durante todo el año la cosecha fue precaria. El año viejo fue malo, realmente malo. Los entendidos aseguran que las gráficas señalan que hoy se gana menos que hace dos años, que la pobreza, la frustración, la desesperanza y la ira, está contenida, y la vida se deteriora cotidianamente. En este año, el dinero no alcanzará para nada. 

Aseguran que los mexicanos somos más, muchos más, y los empleos menos, muchos menos. Detrás de las sombras, está la búsqueda ansiosa de trabajo para llevar a la mesa el pan. Así como el remolino que arranca de la tierra la basura; el dinero es más escaso y cada día debemos más, mucho más.

El hombre único del poder en este país, promete mejorar la situación; pero su palabra ya la gastó él mismo en apenas dos años de su gobierno. Parece que su palabra ya no tiene filo para la esperanza. También nos asegura que en este año, el 2021, será el principio del repunte. Desgraciadamente estas mismas palabras las dijo cuando empezaba el año que terminó, y además, las dijo el año antepasado.

Todos sabemos que el año que empieza será esencialmente político. Desde hace algunas semanas empezaron los “destapes virtuales” a las diputaciones locales, federales, presidencias municipales y algunas gubernaturas. Cuando en realidad, eso se decidirá en los despachos, porque así lo marca una monstruosa costumbre donde los mexicanos la aceptamos con resignación. Así ha sido desde 1929 y así seguirá siendo.  

En esas listas ya se apuntan las dinastías. En unos días más conoceremos a los que dedearon. Este tipo de elección ya es liturgia incorporada a un manual. 

Hace años, en nuestro país había un hombre que era toda institución, se llamaba Fidel Velázquez. Era quien tenía la misión de llevar desde los Pinos hasta el despacho del ungido, el recado imperial para decirle “tú fuiste el elegido”.

Hoy, ese hombre, se llama Andrés Manuel, quien no necesitara de personeros para dar la buena nueva al señalado, él mismo lo hará desde sus mañaneras. 

Los próximos candidatos serán quienes representen la negociación prudente entre el dinero y el poder, y con la inteligencia de plastilina, podrán tener palabra, pero no decisión. Podrán ser los gobernantes, pero no gobernarán.

Estos candidatos, principalmente los de la 4T, saldrán a las calles, o tal vez, con la ayuda de los medios digitales harán campaña desde su casa. Desde cualquiera de estos lugares darán a conocer su primer testimonio de amor a su pueblo. 

Este año que comenzó hace unas cuantas horas apenas, viene cargado de pandemia y de campañas políticas: esto anuncia malos tiempos. 

Las vacunas pueden ser las rehenes electorales, además, podría ser cierto, porque el mismo gobierno sabe que se ha deteriorado la imagen de su mesías.

Seis meses nos esperan de frases políticas que escucharemos en todos los medios, las que al fin de cuentas, serán las de siempre: simples promesas.

El nuevo año no es anunciador de buenas nuevas. Definitivamente no se vislumbra nada bueno en el horizonte. Ahora sí podemos decir: “todo tiempo pasado fue mejor”.

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